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Osorninos relatan los pros y contras de vivir en el edificio más alto de la ciudad

testimonios. Una vista inigualable y tranquilidad son algunos de

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El departamento donde vive Karin Koelichen es más bien de estilo clásico. Las cortinas, muebles y hasta el reloj que asoma en una pared así lo delatan. En una esquina del living, un aparador guarda decenas de dedales venidos desde distintos rincones del mundo: Francia, Italia, España y otros países que a ella misma le cuesta recordar. Es su hobby.

A sus 80 años, Karin conserva un carácter amable y abierto, claro que el físico ya no le acompaña como ella quisiera, sobre todo porque para trasladarse debe hacerlo en una silla de ruedas. Karin vive en el piso 18 del edificio Kauak (ubicado en la esquina de las calles O'Higgins con Ramírez, frente a la plaza de Armas), lo que la convierte en una de las osorninas que a más altura vive en la ciudad.

'Hace 30 años, cuando compré el departamento, esto no era para nada un problema, era joven y jamás pensé que en algún momento me iba a perjudicar vivir en un lugar que no tuviera acceso directo al ascensor', dice. Ello, porque para acceder a dicho aparato debe bajar medio piso de escaleras en silla de ruedas. 'No hay servicio en todos los pisos, sino que en uno por medio', explica.

Aún así, la señora Karin disfruta de otros beneficios que le trae estar en altura, como la singular vista hacia el centro.

'Desde aquí se puede ver la ciudad y todo lo que pasa', señala, refiriéndose a manifestaciones, emergencias o a cualquier evento que ocurra en el radio céntrico.

'Otra cosa que me gusta, es que el sol me da por la mañana -lo que hace entibiar el lugar- y luego vuelve a reaparecer tarde, pero en otro sector del departamento. Incluso, en un día despejado se puede ver muy bien el volcán', relata mientras corre las cortinas de estilo clásico y abre una puerta hacia el balcón.

Junto a la señora Karin vive Rosita Vera, una ágil mujer a la que le cuesta confesar sus 59 años. 'Hace 25 años que trabajo para ella. Somos como amigas. Nos peleamos, nos reconciliamos y también nos reímos', señala.

Debido al complejo escenario de Karin, Rosita se encarga de todos los detalles del hogar, desde hacer los trámites hasta representar a su jefa en las reuniones que se convocan en el edificio, menos para asistir 'al club de señoras alemanas', dice riendo Rosita. 'Ahí la señora Karin nunca falla'.

Por otro lado, Rosita indica que hace rato que están peleando por lograr un sistema de rampla para acceder a los ascensores con la señora Karin. 'No es posible que cada vez que queremos llegar al ascensor, tengamos que estar llamando al conserje, que con buena disposición, nos ayuda', dice.

buena vista

Para llegar al departamento de Gricelda Caro hay que subir 280 escalones. Ni más ni menos. O bien tomar el ascensor al piso 19 del edificio Kauak.

'Con el tiempo, los departamentos de familias que están quedando en el edificio son cada vez menos. Ahora hay más oficinas, pero mejor, porque le sube la plusvalía al edificio', comenta.

Al lado de Gricelda se encuentra su hija María Eugenia de 10 años y su esposo Abel Frías.

Para toda la familia, vivir en lo alto de un edificio sólo trae beneficios. 'Disfrutamos de una excelente vista acá, me gusta ver cómo está el tráfico y podemos apreciar todos los espectáculos que se presentan en la plaza. Y cuando hay fuegos artificiales, este es el mejor lugar para observarlos', dice él.

María Eugenia también disfruta de beneficios, 'pues a sus compañeros les encanta venir a visitarla, sobre todo por la vista que tenemos desde el departamento', señala Gricelda.

Sobre los peligros que pueden representar los temblores, por ejemplo, tanto Abel como su esposa señalan que sólo se siente un leve movimiento. 'Para el 27 de febrero sólo se alcanzaron a mover algunas cosas, pero en ningún caso se cayó algo o el departamento sufrió algún daño', señala enfática la dueña de casa.

En cuanto a la posibilidad de mudarse, lo encuentran difícil, ya que llevan siete años viviendo ahí y 'aquí nos queda todo cerca', concluye Abel.

Leonardo Yevenes Ch.