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Osorninos reviven sus aventuras en Brasil a un día de la final del Mundial

Experiencia. Los hinchas que acompañaron a la Roja aún recuerdan con emoción el himno patrio, la gran presencia policial y la cordialidad que terminó en antipatía de los locales en cuartos de final.

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Hace bastantes días que se acabó el Mundial de Fútbol para Chile y sólo resta mirar por televisión la final que se juega mañana entre Alemania y Argentina.

No obstante, los cánticos de la 'Marea Roja' resuenan aún en las mentes de muchos, tanto como la imagen del palo de Pinilla en los minutos finales ante Brasil. Y si eso lo viven aquellos que disfrutamos de los partidos a miles de kilómetros de distancia, la nostalgia es doblemente mayor para los osorninos que estuvieron en el país de la samba, afónicos de entonar el himno nacional y sin lágrimas al llorar la eliminación con el equipo anfitrión.

aventura

El grupo ya está de vuelta en sus hogares, agobiados por el frío y el humo de las chimeneas locales. Aún así, aseguran que las quemaduras por el sol en las playas cariocas no se les borrarán jamás de la piel, como tampoco la amabilidad de los hinchas brasileños y las enormes experiencias y aventuras que vivieron en la fiesta mundial del fútbol.

Nicolás Hidalgo tuvo el privilegio de ver tres de los cuatro partidos que la selección disputó en este Mundial y como si el destino lo hubiese favorecido, el único encuentro al que no asistió fue en el que Chile perdió frente a Holanda.

Apenas llegado a Brasil, las anécdotas que Nicolás vivió en el país carioca comenzaron a brotar por sí solas.

'Apenas llegamos a Sao Paulo tomamos un taxi con rumbo al lugar donde íbamos a alojar. En el trayecto, el conductor nos comenzó a conversar. Y a pesar de que no nos entendíamos nada, él seguía hablando y hablando por espacio de media hora. Eso hasta que llegamos al lugar donde íbamos a alojar aquella noche. Al otro día cuando nos pusimos a recorrer, nos dimos cuenta que la distancia entre el hotel y donde tomamos el taxi no era más de cinco cuadras', relata el joven que viajó con su hermano y respectivas parejas.

Aún así las experiencias vividas en el país más extenso y poblado de Sudamérica fueron muchísimo mejores que malas. Eso sí, dice este osornino, 'las distancias son larguísimas. Por ejemplo, el tiempo entre algunos alojamientos y el estadio llegaba a ser de hasta dos horas y media. Imagínate, sólo Sao Paulo tiene una población de 22 millones de habitantes'.

convivencia

Sin embargo, este tipo de inconvenientes se subsanaban con la camaradería que se profesaban mutuamente los hinchas venidos desde distintos puntos de Sudamérica.

'Los colombianos, peruanos y brasileños se identificaban harto con Chile. Sobre todo después del partido con España, donde incluso veías a brasileños con nuestra camiseta en la playa y gritándote ¡Chi chi chi le le le, viva Chile!. Los únicos que se llevaban mal con los chilenos eran los argentinos. Incluso, se trenzaron a golpes en la playa', agrega.

Uno de los puntos que llamó más la atención a Nicolás fue la ausencia de perros callejeros en las calles de las distintas ciudades brasileñas en las que anduvo. No obstante, admitió que 'la pobreza se veía en todos lados'.

La seguridad era otro punto que impresionaba a los visitantes. 'Existían varias policías dentro de la ciudad. Incluso, había cordones policiales que no dejaban bajar gente desde las favelas. Éstos no llevaban bastones o pistolas, sino que ametralladoras'.

Luego de la exitosa campaña conseguida por Chile en primera ronda y sabiendo que nuestro país jugaría con los brasileños, Nicolás dice que los locales pasaron de cordiales hinchas a molestosos rivales, pues les enrostraban que la Verdeamarela le ganaría a la Roja por goleada.

El partido por cuartos de final se vivió con todo. 'Muchos chilenos lloraron cuando se tocó el himno. Es algo muy diferente cuando estás en otra tierra. Y cuando terminó el encuentro, Bravo (Claudio), Medel y Toselli se vinieron a sentar al césped que estaba frente nuestro. Se quedaron como media hora y de vez en cuando nos agradecían el apoyo que les dimos. Fue como el epílogo de nuestro viaje'.

Pese a la derrota, Hidalgo resume su aventura como inolvidable: 'no nos queríamos volver', dijo.

Familia

Uno es Héctor Delgado padre y otro es Héctor Delgado hijo. El primero tiene más de 60 años y el segundo apenas 30. Y no sólo el nombre los une, sino también la pasión que viven por el fútbol, la cual los llevó a viajar para ver a Chile en al menos un partido del Mundial: el jugado con Holanda.

'Para nosotros que vivimos el fútbol con pasión cada día, el haber estado dentro del Mundial es a lo máximo que puede aspirar un hincha', dice el menor de los Héctor. 'Se lo debo a mi padre, que me enseñó a amar el fútbol', agrega.

Por eso la fiesta vivida en Brasil, donde estuvieron cerca de cinco días, fue inolvidable para ellos.

Al relatar su experiencia, en el televisor muestran la previa del partido entre Argentina y Holanda, en el estadio Arena Corinthians de Sao Paulo. 'Ahí estuvimos, por esa misma entrada donde están esos hinchas', dice entusiasmado el mayor de los Delgado mientras indica el monitor. 'La verdad es que se siente nostalgia', continúa.

Y es que para ellos lo vivido dentro del Mundial de Brasil 2014 será imposible de olvidar. 'El ambiente, la amabilidad de los brasileños, la buena onda de las diferentes hinchadas', señalan entre los dos.

'En todos lados la gente cuando te veía con la camiseta, te decía Chi chi chi le le le, incluso hasta unos coreanos del sur con los que nos encontramos en el ascensor del hotel. Era increíble', explica Delgado hijo.

'En una ciudad de cerca de 22 millones de habitantes, un día en una plaza me encontré con un ex compañero de la universidad, que no veía desde hace años. ¡En una ciudad gigantesca!', continúa sobre las experiencias conjuntas que compartió con los demás chilenos que integraron la 'Marea Roja'.

Por eso no fue de extrañar que al volver a Santiago lo encontraron como si fuese un pequeño pueblo comparado a la enorme urbe brasileña. Todo ello, mientras seguían viendo el televisor con nostalgia mundialera.

Rusia Bélgica

Para Oscar Sanhueza, de 25 años de edad, la experiencia de haber viajado a Brasil lo dejó satisfecho: pudo ver el triunfo de Chile ante España, disfrutó de la hospitalidad local y, por sobre todo, le llamó la atención que en pleno invierno se pudiese disfrutar de una noche con 14 grados de temperatura.

'Eso sí, se oscurece temprano. A las cinco y media de la tarde se hace de noche. Pero en el día tienes una temperatura de 25 grados, lo cual es muy cómodo, porque puedes andar con ropa liviana y el calor es seco, por lo que no transpiras', señala.

Otro punto que le hizo comparar el invierno chileno con el brasileño fueron las comidas típicas de la estación.

'Aquí consumes el típico completo o las sopaipillas en invierno. Allá te venden un producto muy popular que se llama Salgado (salgadinho), que son panes que parece que estuvieran fritos y tienen todo tipo de rellenos. Lo mejor es que todo te lo sirven con jugos naturales. Además, si ibas a un buffet, era típico que de acompañamiento todas las comidas vienen con arroz o porotos negros', advierte.

Un tema complicado para Oscar fue conseguir entradas para el partido al que asistió. 'Era típico encontrarse con revendedores a la hora de ingreso al estadio', señala.

Según el osornino, el problema radicaba en que a los brasileños se les daba la posibilidad de adquirir hasta cinco entradas por persona, al partido que quisieran y más baratas que para el extranjero.

Por ello, y para aprovechar el tiempo, Oscar y sus amigos asistieron a un partido donde la convocatoria no era mayor, por lo que las entradas se encontraban a precios normales: Rusia contra Bélgica, que terminó con triunfo para estos últimos por la cuenta mínima.

amargo retorno

Volver a Chile le trae recuerdos tristes a este osornino. 'Nos volvimos justo en el momento en que Chile jugaba con Brasil. Entre el hotel y el aeropuerto estuvimos con varios chilenos escuchando y viendo el duelo por televisión. Una vez que subimos al avión -de Aerolíneas Argentinas-, se nos pidió que apagáramos todos los aparatos electrónicos, por lo que el capitán del avión se comprometió a irnos informando por altavoz acerca de los pormenores', rememora aún con la amargura de la partida.

'Se van a alargue... 'a penales', decía el capitán. Hasta que finalmente informó: 'ambos equipos jugaron muy bien, pero Chile cayó'. Ahí se nos derrumbó todo y volvimos con más pena que nunca a Santiago', dice aún mascando el sabor de la derrota, pero con la satisfacción de haber sido 'locales' en tierras cariocas.

De 1 a 3 partidos

22 millones

23 de junio