Es un hecho que cada vez que públicamente se plantean alternativas para enfrentar la problemática de los perros que circulan por las calles de la ciudad, las posiciones frente al tema tienden a polarizarse y, lamentablemente, muchas veces las propuestas quedan simplemente en el plano de las ideas.

Esta vez, fue el concejal y médico Daniel Lilayú quien planteó la necesidad de contar con una especie de 'policía canina', que tenga como principal foco intensificar las tareas de esterilización de las hembras y, de esa forma, evitar la proliferación de estos animales.

De acuerdo a los datos recopilados por el profesional, son más de 10 mil los perros que deambulan por nuestro centro urbano y de ellos un porcentaje significativo son hembras en edad fértil. Esto se traduce en que cada año son miles los cachorros que se suman, multiplicando también las problemáticas asociadas.

Lo más preocupante es que de acuerdo a estadísticas de salud, unas mil personas son mordidas cada año por estos animales y, además, se suman riesgos anexos como la gran cantidad de fecas en la vía pública, la diseminación de bolsas de basura cuando se rompen las bolsas y recipientes e incluso la posibilidad de accidentes producidos cuando los automovilistas intentan esquivar eventuales ataques de jaurías.

Con este panorama, es innegable que se requiere una mayor preocupación pública sobre el tema. En esa línea, junto con las medidas que pueden sumarse a lo que realiza actualmente el municipio a través del canil municipal -donde se esterilizan unos 160 perros cada mes- se espera la pronta aplicación del ya anunciado plan nacional de tenencia responsable de mascotas, que incluye un reglamento para el control reproductivo de animales de compañía, lo que permitirá esterilizar de forma gratuita a perros y gatos. Este programa implicará nuevos recursos para enfrentar una temática donde todas las acciones aparecen como necesarias para lograr una mayor efectividad en la prevención.

Luego de las precipitaciones que se registraron con fuerza durante junio, llega también una vieja y conocida enemiga invernal: las heladas.

Las bajas temperaturas impactan duramente en la salud de la población, produciendo el aumento de una serie de indicadores: presión arterial, concentración de lípidos, demanda de oxígeno y agregación plaquetaria, entre otros mecanismos fisiopatogénicos. Éstos conllevan a infecciones respiratorias como neumonías o gripe y enfermedades cardiovasculares, como infarto agudo al miocardio, accidentes cerebrovasculares y crisis hipertensivas.

Para enfrentar las clásicas heladas invernales es necesario revisar las condiciones de la vivienda, prioritario es sellar ventanas, revisar el techo en busca de goteras y ventilar los espacios diariamente. Otro factor es la vestimenta: usar ropa térmica con ventilación como el polar, lana y relleno de plumas es una buena alternativa para que se aísle la temperatura corporal y el medio ambiente. Asimismo, hidratarse adecuadamente con bebidas calientes como té, mate, o café colabora a mantener la temperatura.

Las oscilaciones térmicas durante el día nos obligan a vestirnos por capas para mantener una temperatura adecuada; los niños y ancianos también deben conservar la temperatura y no sobreabrigar.

Realizar actividad física también ayuda a preservar una temperatura adecuada. Ejercitarse con frío no es problema, pero en cambio con calor sí lo es. Esto porque el ejercicio en sí produce calor, el cual necesita ser traspasado al medio por convección. Por ello, cuando hace mucho calor no es recomendable hacer ejercicio.

Son los grupos de riesgo, niños, ancianos y personas con necesidades especiales, quienes deben evitar los cambios bruscos de temperatura. Por ello, sería ideal que en invierno los niños entraran más tarde al colegio y se duerman temprano para evitar el contacto con el frío.

Con todo, protegerse con ropa y en una vivienda adecuada son fundamentales, por lo que medidas como abrir albergues para que las personas en condición de calle tengan un techo y bebida caliente, previene muertes por hipotermia.