En 2008 la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó el Informe sobre las desigualdades. Las conclusiones eran tajantes: '(La) nefasta combinación de políticas y arreglos económicos deficientes y una mala gestión política, es responsable en gran medida de que la mayoría de la población del mundo no goce del grado de buena salud que sería biológicamente posible.'
Desde entonces no hemos avanzado resueltamente en la solución de estas desigualdades, que provocan entre otros efectos, una mala salud.
Chile es uno de los países con mayor desigualdad en el mundo y esto se expresa en diferentes ámbitos.
Según algunos datos proporcionados por diversos centros de estudios, el porcentaje de población analfabeta mayor de 10 años, por ejemplo, es 19 veces más alto en la comuna San Juan de la Costa que la comuna de Vitacura.
Asimismo, según la Encuesta Casen 2011, el número de personas con estudios profesionales es, en relación al número de habitantes de las mismas comunas, 22 veces superior en la comuna de Vitacura.
La desigualdad afecta directamente la vida cotidiana de las personas, sus imaginarios, sus expectativas.
La Comisión de la OMS formula tres recomendaciones generales para afrontar los devastadores efectos de la inequidad de las oportunidades de vida: 'Mejorar las condiciones de vida cotidianas, en particular las condiciones en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen. Luchar contra la distribución desigual del poder, el dinero y los recursos - los factores estructurales de aquellas condiciones- a nivel mundial, nacional y local.
Medir y entender el problema, y evaluar el impacto de las intervenciones. Lo que se requiere son cambios estructurales que reduzcan las enormes brechas y desigualdades.
Ese es el debate, no libre de conflicto, en que el país está actualmente inmerso.