Hasta el 16 de septiembre del año 2011, la vida de Luis Morales (16) era como la de cualquier joven, amante de los deportes y preocupado de sacarse las mejores notas posibles. Estudiante de primero medio del Liceo CCP, recibió una descarga eléctrica mientas manipulaba su notebook que, literalmente, le cambió la vida a él y a su familia.
Los médicos les dijeron a los padres que, de seguir con vida, podía quedar en estado vegetal. El joven sobrevivió, pero quedó con el desarrollo evolutivo de un niño de 3 años. 'Gracias a Dios que mi hijo está conmigo. Estuvo mucho tiempo sin oxígeno cuando pasó el accidente, estuvo a punto de morir. Hemos pasado de todo, pero aquí estamos. Con él empezamos de cero, había que mudarlo, bañarlo, era como una guagua', cuenta Juan Morales, padre de Luis.
De hecho sus ojos se llenaron de lágrimas cuando este jueves lo vio entrar a la cancha. Vistiendo la casaquilla '10', fue uno de los jugadores que representaron al Centro para la Integración Jerome Bruner en el Primer Campeonato de Beibifútbol Interescolar organizado por esta institución, en el marco de su 16° aniversario disputado en el gimnasio Llanquihue y donde también compitieron los elencos del Saint Thomas College y Abraham Lincoln (ganador del triangular).
Para los niños y jóvenes del centro, que atiende a estudiantes con deficiencias intelectuales en los niveles de Pre-Básica, Básica y Transición a la Vida Adulta, fue toda una experiencia el poder jugar con otros establecimientos educacionales, algo que fue destacado por los propios jugadores y profesores.
'Con mi hijo las he pasado todas. Si ahora usted me pide 100 pesos, no tengo. Tuve que cerrar mi taller para dedicarme a él, sólo mi señora trabaja. Pero ahora verlo jugar, con entusiasmo, es algo increíble… si no hace mucho estaba aprendiendo a caminar. De hecho mi hijo era bueno para el fútbol, le decían 'Messi'. Pero hace un ratito se me acercó y me dijo: 'Papá, ya no juego tan bien como antes'. Me reí no más y lo abracé', agregó Juan Morales.
El ejemplo de Luis es uno de los tantos ejemplos que se observan en el centro Jerome Bruner, cuyos jugadores se entregaron por entero al torneo.
En la cancha no se notaron 'diferencias' y, aunque perdieron sus partidos, la experiencia no la olvidarán. 'Fue bien entretenido este torneo. Me cansé mucho, corrí harto, porque me gusta el fútbol. Y esto me gustó porque pudimos estar con otras personas', comentó un emocionado Luis.
Para Mariela Figueroa, profesora de Educación Física del centro y una de las organizadoras de esta inédita actividad, el objetivo se cumplió.
'Los chicos se pudieran integrar, ya que a simple vista en la cancha los niños no tienen diferencias. Nuestros niños no se sintieron disminuidos y al poder relacionarse los dignificamos', agregó.
-La reacción de los otros niños también fue positiva, porque jugaron en igualdad de condiciones. Quizás se pensó que podrían haber jugado 'a media máquina'…
-Ellos han jugado con mucha intensidad y eso buscábamos, que no se trate a nuestros niños de manera especial. Simplemente perdimos y eso indica que tenemos que seguir entrenando, pero no renunciar a esto. Ellos estaban ansiosos, nerviosos y querían seguir jugando. Para ellos, y para nosotros también, esto es lo máximo.
Guido Cárdenas, encargado del taller de fútbol del Saint Thomas, dijo que el torneo 'lo tomamos con la misma seriedad que cualquier otro. Son chicos con capacidades diferentes, pero con las mismas ganas de jugar que cualquiera. Me parece que fue una iniciativa muy positiva'.
Susana Rodríguez, directora del Jerome Bruner, sostuvo que este tipo de instancias son importante, porque los menores se miden con iguales.
'Las personas siempre están viendo la situación de discapacidad y en el mundo en que vivimos la situación de discapacidad no está dada por los diagnósticos, sino por el contacto en que se dan las acciones. En esta situación, que es súper contextual. La idea pasa porque no se mire con pena y lástima a nuestro niños. Un discapacitado pasa a serlo cuando el contexto lo discapacita', agregó.