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Los otros factores en juego

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Mabel González

Investigadores de la Universidad de Oxford creen haber encontrado la explicación de por qué hay ciertas canciones que apenas empiezan a sonar, nos inducen a mover los pies o la cabeza.

En opinión de los académicos, un equilibrio ideal entre ritmos predecibles y ritmos complejos es lo que permite que un tema de James Brown, por ejemplo, motive a la gente a bailar.

Al equipo, en el que también estuvieron involucrados investigadores de la Universidad danesa de Aarhus, le interesó entender de qué forma la estructura de la música afecta nuestro deseo por bailar. Para ello crearon una encuesta online con la que indagaron el papel del ritmo en la generación de placer y movimiento corporal.

"Muchas personas no pueden resistirse a mover sus cuerpos al ritmo del hip-hop, la electrónica o el funk, pero es probable que sientan menos deseo de bailar cuando escuchan otros estilos de música, como jazz", sostuvo la doctora Maria Witek, una de las autoras del estudio y quien actualmente se desempeña en la Universidad de Aarhus en Dinamarca.

El estudio, publicado en la revista PLOS ONE, encontró que un equilibrio entre previsibilidad y complejidad en el ritmo de la música hizo que la gente quisiera bailar más.

Witek explicó el hallazgo usando distintos ejemplos, desde canciones de cuna hasta uno de los últimos álbumes grabados por el saxofonista de jazz John Coltrane.

Mientras la canción infantil "Campanitas del lugar" tiene poca complejidad en el ritmo, "Funky Drummer" de James Brown tiene una mediana complejidad e "Interstellar Space" de Coltrane tiene una alta complejidad rítmica, indicó la académica.

"De estas tres, la de James Brown es una de las anima a las personas a bailar. 'Campanitas del lugar' es demasiado predecible rítmicamente hablando, mientras que la de Coltrane no es para nada predecible. La de James Brown es un equilibrio perfecto entre previsibilidad y complejidad", aseguró Witek en un comunicado emitido por la Universidad de Oxford.

Más de 60 personas de todo el mundo y con edades de entre 17 y 63 años, participaron en el sondeo. Los participantes escucharon funk con variaciones en su complejidad rítmica.

Luego, los voluntarios definieron qué ritmos los hizo moverse más y cuáles menos, así como también calificaron el placer que experimentaron.

Los resultados mostraron que las calificaciones más altas fueron para las canciones que no tenína demasiada ni muy poca complejidad en su ritmo.

Los autores recordaron que el placer es visto en sicología como una recompensa poderosa que motiva ciertos comportamientos. Algunas recompensas sicológicas, tales como la comida y el sexo, tienen una clara importancia biológica debido a que motivan la reproducción y la supervivencia. La música, sin embargo, tiene una ventaja biológica menos clara. Pese a ello, los beneficios sociales de la música son bien conocidos. Investigaciones anteriores han mostrado que la sincronización de movimientos al moverse al ritmo de la música aumenta la vinculación social y la cooperación.

Witek y sus colegas afirmaron que su investigación sugiere que la complejidad rítmica es un factor importante en la relación entre la estructura musical, las ganas de bailar y el placer. "Nuestros hallazgos nos ayudan a entender cómo ciertos ritmos musicales pueden estimular el deseo de mover el cuerpo de manera espontánea", indicó la profesora.

Pese a los hallazgos, los investigadores pretenden ampliar su estudio a otros factores que podrían incidir en la motivación a bailar. "Existen muchos otros aspectos que contribuyen al deseo de las personas a moverse, tanto en la misma música como en el contexto alrededor de ella. Nos gustaría expandir nuestra investigación para abordar estos otros aspectos", dijo Witek. Por ello, los investigadores están invitando al público a participar de una nueva encuesta online que desarrollaron.