En nuestro país, se debe consignar que el 57% de la población se declara católico y otro 13% asume el protestantismo.
Los cristianos en general están llamados a construir una sociedad sustentada en valores que permitan la realización plena del ser humano.
En su estilo claro y directo que lo ha caracterizado, el Papa Francisco ha señalado que la resurrección de Jesús no debe considerarse "como el final feliz o el happy end de una película, sino el gesto de Dios cuando se acaban las esperanzas del hombre, allí donde las fuerzas humanas ya no dan más de sí."
En ese sentido, Semana Santa tiene un especial significado para el mundo cristiano. La muerte de Jesucristo, conmemorada en estos días, es para recordar su sacrificio. Su destino inexorable era inmolarse de una forma tremendamente horrorosa, violenta y humillante, como fue la crucifixión, para borrar los pecados de la humanidad y de esta manera abrirnos las puertas de la vida eterna.
Se estima en el mundo hay más de 1.200 millones de católicos y otros 700 millones de creyentes protestantes. En nuestro país, el 57% se declara católico y otro 13% asume el protestantismo. Los cristianos en general están llamados a construir una sociedad sustentada en valores que permitan la realización plena del ser humano. Esos valores deben ser practicados por los creyentes, con el fin de que se cumpla el mandamiento de amor al prójimo.
El mensaje de Cristo está referido principalmente al desarrollo pleno de nuestra espiritualidad, a buscar esta perfección. Un camino difícil sin duda, pero uno que constituye una meta para mejorar la condición humana.
Probablemente, muchos aprovechan este fin de semana largo para descansar, pasear y dedicarle el tiempo a la familia. No en vano las carreteras se congestionan y los centros de vacaciones ofrecen sus mejores programas, pero en esta Semana Santa, la sociedad debe hacer un alto en sus ajetreos diarios y en el apego al materialismo que nos caracteriza en estos tiempos.
Es tiempo de reflexionar en el significado de la vida, pasión y muerte de Jesucristo y en el mensaje que dejó para la civilización. Que esta festividad religiosa sea para todas las personas, creyentes y no creyentes, un momento de profunda introspección sobre nuestro destino personal y como sociedad. De esta manera nos acercaremos más al ideal de la vida cristiana.