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Jóvenes ofrecen una fugaz diversión a automovilistas

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Fotografías de Rodrigo Soto

Su show dura el tiempo que toma el semáforo en cambiar de rojo a verde. No obstante, en ese lapso menor a 60 segundos, los jóvenes malabaristas que trabajan en las esquinas céntricas de la ciudad ofrecen a los conductores un fugaz espectáculo, lleno de colorido, destreza y talento. Y a diferencia de los aplausos que recompensan a los artistas que realizan sus números en los escenarios formales, los malabaristas callejeros reciben a cambio una propina de los conductores, dinero con el cual sienten la gratitud de su cambiante audiencia. Con su arte brindan un instante de cálida entretención a choferes y pasajeros, quienes muchas veces viajan inmersos en la vorágine que también está presente en el Osorno del siglo XXI.