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Vecinos de Rahue esperan en promedio media hora por una micro

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Cristian Higueras H.

El reloj marca las 7.15 horas de la mañana del viernes 14 de marzo y Rodrigo Maquehue lleva esperando más de 25 minutos un microbús en la esquina de las calles 12 de Octubre con San Antonio, en la población Schiling, en la zona de Rahue Alto Norte.

Este joven trabajador junto a un grupo vecinos, entre ellos unos 10 estudiantes secundarios, ya vieron pasar cuatro micros de la línea 1, las que no se detuvieron en el paradero de la esquina debido a que venían colmadas de pasajeros.

"Esto es una lucha diaria. Las micros no paran porque vienen llenas. Uno con suerte se sube aquí, pero en realidad es que fácilmente puedes estar más de media hora", agrega el trabajador.

A unos metros de allí, pero al poniente -por la misma calle 12 de octubre- las hermanas Nathaly y Julia Soto, de 29 y 12 años, llevan 30 minutos esperando locomoción.

Con el frío matinal de marzo, ambas están acostumbradas a la larga espera, aunque sus rostros demuestran molestia y angustia.

Julia cursa octavo año básico en el Colegio Alberto Hurtado, que queda en calle Freire, al llegar a Bilbao.

La entrada a clases es hasta las 8.15 horas, por lo que la presión por estar a las ocho -de manera puntual- no es tan grande como en otros casos.

"A veces hemos esperado hasta una hora. Es muy difícil porque las micros vienen desde atrás vienen repletas", dice Nathaly Soto.

Por esta calle 12 de Octubre pasan las líneas 45 y 1 B, que van a Rahue Bajo, rumbo al centro, a toda su capacidad.

Más al fondo de la zona de Rahue Alto Norte, específicamente entre las calles Chacarilla con Braganza, estudiantes liceanos aguardan inquietos el paso de un microbús. Aquí es justamente cuando las máquinas de pasajeros comienzan a copar su capacidad.

Incluso, algunos vecinos se han peleado, literalmente, por un puesto en algún colectivo.

Si la lucha por subirse a una micro genera cuadros de ansiedad y angustia entre los vecinos de las poblaciones Schilling, Quinto Centenario y otros poblaciones, los habitantes del sector bajo están a merced de la fortuna o de gastar un pasaje extra para asegurarse llegar a tiempo a su fuente laboral.

Maritza Soto, de 37 años, llega a la esquina de la cuesta Schilling con Caupolicán a las siete de la mañana todos los días de lunes a viernes.

"Depende de los días, pero el lunes es una locura. A veces tengo que tomar un colectivo que vaya hacia arriba (Rahue Alto) para luego bajarme y tomar la micro. O sea, doble pasaje y doble gasto. Hay que llegar a la hora al trabajo", dice esta mujer que se desempeña en el preuniversitario Pedro de Valdivia.

Pasadas las 7.40 horas de ese mismo viernes, un grupo superior a las 60 personas se encuentra a las afueras del terminal de las líneas 6 y 6A.

Sin esperar que avance un par de metros -luego de cruzar el portón de acceso- la gente se abalanza a la puerta delantera de la máquina de pasajeros.

El forcejeo es evidente para poder pisar la escalinata y estar en el interior del bus, mientras el chofer corta apresurado los boletos, mientras recibe el dinero y da el vuelto respectivo en algunos casos.

Teniendo cerca a la población Vista Hermosa, esta escena se repite durante la semana laboral y de clases.

"Esto es de todos los días. Yo vengo a dejar a mi hija que va a la escuela García Hurtado de Mendoza", cuenta Claudia.

Lo cierto es que los buses de la línea 6 comienzan su recorrido casi llenos, dejando sin opción al resto de los vecinos que viven en sectores aledaños, como en calle Chacarilla.

En esta arteria los habitantes, en especial padres y apoderados, acompañan a sus hijos para esperar la locomoción colectiva.

"Por 30 minutos esperamos con mi hija la micro. Esto es de todos los años. No sé si hay menos micros. Para qué hablar de los colectivos, todos pasan llenos", relata Yocelyn, quien junto a su hija de 13 años van hasta Rahue Bajo.

Madre e hija están a metros de la calle Walterio Meyer, que es otra vía conflictiva para conseguir cualquier tipo de locomoción colectiva.

En la intersección con San Agustín -restando unos 10 minutos para las ocho de la mañana- unas 20 personas literalmente espera que "pase algo".

Polex Torres, de 26 años, tiene que esperar junto a su hija de 7 años y una hermana de 12 para conseguir un microbús que las deje cerca de la Escuela Italia, en Rahue Bajo.

"Mínimo son 30 minutos. A veces más, otras menos. Esto es lo que vivimos todos los días", argumenta Polex.

En el sector comprendido entre la avenida Pacífico y la Ruta U-40 al mar, hay un vasto sector poblacional comprendido por la tradicional Mirasur, Altos del Sol, Villa Almagro, Metropolitana, entre otras.

Para estos vecinos el principal drama es la escasez de máquinas de transporte mayor, mientras que los pocos colectivos tienen serios problemas para brindar un buen servicio.

Fabián Huerta, jefe de la carrera de Preparación Física del Centro de Formación Técnica Santo Tomás, demora cada día cerca de una hora para llegar a la sede de la institución ubicada en calle O'Higgins con Los Carrera.

"Me demoro unos 30 minutos en tomar un colectivo. Luego, son como 20 más para llegar a Bulnes con Bilbao", describe el académico.

El profesor de Educación Física dice que antes de la ocho de la mañana es casi imposible tomar locomoción en el sector donde vive (Nueva Poniente con Farellones o Recoleta).

Huerta apunta que las complicaciones se repiten en la tarde. Él, como otros tantos, debe caminar desde O'Higgins hasta la calle Colón o Lynch para poder subirse a un colectivo o a uno de los poco microbuses que tiene la línea 4A.

Este complejo panorama, que no tiene visos claros de remediarse en el corto tiempo, es factor de preocupación de Carabineros, que reciben una serie de denuncias por el mal servicio, como asimismo de despedidos de choferes.

"Hemos hecho fiscalizaciones y detectamos bajo flujo de vehículos de transporte y en base a eso conversamos con los dueños y conductores. Ellos nos dijeron que hubo algunos días que sacaron menos máquinas que tenían proyectadas o que están establecidas para funcionar", reveló el mayor de la Tercera Comisaría, Carlos Liberona.

El oficial sostuvo que espera reunirse con los representantes del gremio durante esta semana.

Enrique Cárdenas Inostroza (PPD) es el nuevo seremi de Transportes. De profesión abogado, dijo a El Austral que se estudiarán las medidas a tomar y que el Estado debe intervenir para mejorar el transporte público de la ciudad.