"Piñera verificó de una vez por todas que su sector también podía habitar La Moneda sin complejos"
Ocurrió hace poco y pasó casi inadvertido. Cristóbal Piñera, el hijo menor del actual Mandatario, dijo que la herencia política de su padre debía medirse por su capacidad de "cambiarle la cara a la derecha chilena".
Esa frase dice mucho más en realidad de lo que parece a simple vista. En efecto, durante los últimos cuatro años -a veces de manera imperceptible- Sebastián Piñera dibujó las líneas matrices de su proyecto político: una derecha comprometida con el respeto de los Derechos Humanos y tolerante en las llamadas cuestiones valóricas. Para comprobarlo, basta recordar la posición que tomó el Presidente en la conmemoración de los 40 años del golpe, incluyendo desde luego el cierre del penal Cordillera. Ahí se marcó un antes y un después.
Por eso es correcto afirmar que así como Lagos demostró que un socialista podía hacer un gobierno exitoso después del descalabro allendista, Piñera verificó de una vez por todas que su sector también podía habitar La Moneda sin complejos después de los horrores de Pinochet.
Esto no es un tema menor. El Presidente podrá haberse equivocado en muchas cosas, pero no en ésta. Su convicción es tal, que lo ha llevado incluso a arriesgar la desafección de sus propios partidarios. Por la misma razón es que ha exhortado al gobierno venezolano a respetar las garantías fundamentales y a reivindicar sin subterfugios la legitimidad de los movimientos ciudadanos de protesta.
Mientras tanto, aquí en nuestro país los números de la economía se encuentran mejor que en mucho tiempo y las encuestas muestran un repunte sostenido en los niveles de aprobación del gobierno. Por otra parte, el estado de desorientación de la derecha y el desolador paisaje de sus líderes, pueden contribuir a elevar los bonos de Piñera por efecto de contraste. Y las dificultades en la instalación del gobierno de Michelle Bachelet también juegan indirectamente en su favor.
Aunque se niegue a reconocerlo, todo esto configura un cuadro prometedor de cara al 2017. Así quizás, luego de dejar el gobierno, Piñera en lugar de descansar decida releer la vida de Douglas MacArthur. Y reparar nuevamente en su frase más famosa: "Me voy, pero volveré".