"Para una parte de los alumnos podría significar el desarrollo de cuadros de estrés y de angustia".
Este mes, miles de estudiantes vuelven a clases. Algunos llegan a reencontrarse con sus compañeros, dispuestos a "colocarse al día", con todo lo que pasó durante estos más de dos meses de vacaciones. Otros, arriban cargados de energía y curiosidad, dispuestos a iniciar una nueva etapa de su vida como alumnos de primer año en la educación superior. Este segundo grupo de jóvenes, vivirá una transición no exenta de miedos y de inseguridades. La mayoría la enfrenta sin mayor dificultad, pero para una parte de ellos podría significar el desarrollo de cuadros de estrés y de angustia, ante una presión social exigente que apuesta por no equivocarse en esta elección que definirá su vida adulta.
La ansiedad podría apreciarse en cosas como el rendimiento académico. Las primeras notas no son las que el joven esperaba. No es igual que cuando estaba en la secundaria, lo que produce frustración. Podría desmotivarse rápidamente, se siente solo, desadaptado y fuera de lugar. Le resulta difícil hacer nuevos amigos; se agobia y en algunos casos, le invade un sentimiento de desprotección ante esta nueva realidad; más aún si está fuera de su casa viviendo en una ciudad extraña.
La buena noticia es que como en toda transición, si este paso de la educación media a la superior cuenta con el apoyo del entorno familiar y cercano, será superada con éxito por el estudiante. Algunas reflexiones que nos ayudan a participar activamente de este período ayudando al joven para que avance positivamente, es primero, comprender y transmitirle con afecto que confiamos en él, y que si bien la decisión que tomó es importante, no lo marca para siempre. Nada es para toda la vida, y siempre estará la posibilidad de comenzar nuevamente. Lo que me gusta o me resulta bueno hoy, puede que mañana no lo sea tanto y sentir esto es absolutamente normal.
Estudiar una carrera profesional o técnica, al igual que la búsqueda de un lugar en el mercado laboral, es un proceso y como tal, está formado por etapas. La honestidad es un valor que debe estar presente en el diálogo con el alumno, no sólo al hablar con él, sino motivándole para que la incorpore en su análisis personal para identificar cuáles son sus capacidades y dar lo mejor de sí para aprender y hacer de esta experiencia algo significativo para convertirse en mejor persona.
Las instituciones tenemos también un desafío. Asumir el compromiso de recibir a estos nuevos alumnos con sus sueños y anhelos de éxito, colocando todo de nuestra parte para responder a la confianza que depositan en nosotros al elegirnos para continuar estudios y alcanzar sus objetivos .
Vicerrector Universidad Tecnológica de Chile, Inacap