El 39,9% de las niñas entre 13 y 15 años fuma y en el caso de los hombres esta cifra llega al 28%.
El tabaco es una de las mayores amenazas para la salud pública, ha reiterado la Organización Mundial de la Salud, insistiendo que se trata de uno de los peores flagelos que enfrenta el mundo. El cigarrillo mata a casi 6 millones de personas al año.
Las cifras son dramáticas: aproximadamente cada seis segundos muere una persona a causa del tabaco, lo que representa una de cada diez defunciones de adultos. Hasta la mitad de los actuales consumidores acabarán falleciendo por una enfermedad relacionada con el consumo de esta droga permitida.
El daño es enorme. Los consumidores que mueren prematuramente privan a sus familias de ingresos, aumentan el costo de la atención sanitaria y dificultan el desarrollo económico.
A nivel nacional el tema es igualmente complejo y por eso, hace ya varios meses el gobierno lanzó una campaña para reducir el consumo, considerando las alarmantes cifras.
El 39,9% de las niñas entre 13 y 15 años fuma y en el caso de los hombres esta cifra llega al 28%, según lo advierte, con un alto grado de alarma, la cuarta versión del Atlas Mundial de Tabaco.
Chile es el país con mayor consumo de tabaco de Latinoamérica, con un 40,6% de su población. Desde el año 1995, rige en el país una ley que regula el consumo del tabaco en los espacios públicos y que establece que los pequeños locales comerciales deben optar por ser aptos para fumadores o para no fumadores, y que en los negocios de mayor tamaño se deben establecer espacios herméticos para fumadores. Claro, que luego la ley introdujo normas más estrictas, y se impuso que todos los espacios cerrados estuvieran libres de humo.
De los fumadores, un 27% comienza a hacerlo entre 13 y 15 años, y un 28% lo hace a partir de los 16 años, según un informe de la Asociación Latinoamericana del Tórax.
Esto indica que los hijos que crecen en un ambiente de fumadores, lo más probable es que estén predestinados a serlo o, en el mejor de los casos, enfrenten las secuelas de salud por ser consumidores pasivos. De ahí el nivel de preocupación que existe y de por qué se quiere endurecer la legislación.
En esto no puede haber dobleces. Fumar es nocivo, mata y quienes lo hacen deben ser conscientes de tales riesgos.