Ministro argentino admite "diferencias" dentro del Ejecutivo
El ministro de Economía argentino, Axel Kicillof, negó ayer que haya disputas entre los miembros del gabinete de Cristina Fernández, pero admitió "diferencias". Esto, tras las contradicciones en las que incurrieron algunos funcionarios sobre la puesta en vigor de medidas que luego fueron desmentidas.
Al rechazar las supuestas peleas en el seno del Gobierno, Kicillof, uno de los funcionarios más cercanos a la Mandataria, dijo que "puede haber al interior del gabinete distintos puntos de vista", lo que no significa que sean desavenencias y que la Presidenta es la "la cabeza" que finalmente "toma las decisiones".
Kicillof se quejó de "la telenovela que intenta armar" la prensa con las relaciones entre los funcionarios. "Se cargan tanto las tintas y se intentan generar tensiones, fricciones, trascendidos y así la verdad que es muy difícil", afirmó.
El joven economista salió al paso de la supuesta lucha interna dos días después de haber desautorizado al titular del ente recaudador de impuestos Ricardo Echegaray y al jefe de Gabinete Jorge Capitanich, quienes previamente habían anunciado un cambio en el impuesto a los bienes personales que habría aumentado considerablemente la carga fiscal.
Kicillof negó que su desmentida fuera signo de un conflicto interno y dijo que la medida había sido analizada pero se desestimó.
Pero este no fue el único cruce entre miembros el gabinete. En diciembre, cuando en Córdoba los policías iniciaron una huelga y eso propició el saqueo de comercios, el jefe de Gabinete descartó que el Gobierno nacional fuera a enviar policías de fronteras para contener los desmanes. Sin embargo, horas después el secretario de Seguridad, Sergio Berni, anunció el envío de un contingente de dos mil gendarmes.
Hacia fines de diciembre, cuando se multiplicaban las interrupciones en el servicio eléctrico en Buenos Aires y sus alrededores por el exceso de demanda de energía en plena ola de calor, Capitanich dijo que el Gobierno consideraba que los cortes programados podrían ser una solución a la crisis energética. Pero el ministro de Planificación, Julio De Vido, dijo al día siguiente que eso era "una locura".