Propuestas sobre educación
"¿Tendrán nuestros representantes en el Congreso toda la información necesaria para legislar?"
¿Sabía usted que en Latinoamérica (LA) un 50% de los estudiantes a los 15 años no domina las mínimas competencias de compresión lectora frente a un 31% en Chile? Que en Chile la escolaridad alcanza a 11,6 años y en LA 9,4? que un 28,6% completa al menos un año de educación superior frente a un 9,4 en el resto de LA? y que entre los adultos jóvenes, Chile ostenta un 41% de técnicos y profesionales en comparación con menos de 20% en LA?
La tasa neta de participación de jóvenes chilenos pertenecientes al quintil más pobre en la educación superior alcanza a un 21,2% versus un 8,7% en LA; a excepción de Venezuela, cuyas estadísticas se encuentran cuestionadas. En términos de desigualdad ¿sabía usted que la distribución de años de educación entre los jóvenes adultos es la más equitativa de la región (gini de 0,122 comparado con LA de 0,234)?
En términos cualitativos, la prueba PISA -de amplia aceptación en el mundo y en la OECD- sitúa a Chile en el primer lugar de América Latina en comprensión lectora y ciencias y en segundo lugar en matemáticas. El ranking de Universitas 21 ubica al sistema chileno en el primer lugar entre Argentina, Brasil, Chile y México, considerando una serie de variables. Todas estas cifras fueron extraídas de una columna del profesor JJ Brunner, en El Mercurio de octubre 13, donde están todas las fuentes.
La pregunta entonces fluye natural ¿qué hay en el sistema que queremos cambiarlo radicalmente? ¿Tendrán nuestros representantes en el Congreso toda la información necesaria para legislar? ¿Habrán visto y estudiado los antecedentes que aquí someramente menciono? ¿Habrán sopesado lo que significa un cambio radical al sistema de educación pre escolar, escolar y educación terciaria como se está proponiendo? Francamente lo dudo ya que -citando nuevamente a Brunner en su columna del 24 de Noviembre- la discusión está centrada en aspectos y problemáticas que en vez de solucionar los problemas de fondo, sólo se preocupa de los aspectos financieros. Tampoco se han planteado los problemas regionales y menos los temas de ruralidad.
Al unir la reflexión de mi columna anterior con ésta, me convenzo de que el país necesita una reflexión profunda y desideologizada respecto al Sistema de Educación que queremos, sin eslóganes, sino con realidades y experiencias. Las buenas decisiones se logran con un buen diagnóstico y éste sólo se hace con la mayor información posible en cantidad y calidad.