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Así fue la jornada de los vocales "sub 23" que pasaron de la confusión al aprendizaje

TESTIMONIO. Constituyeron la mesa a las 9 horas en el Liceo Rahue, siendo la última de las 29 que funcionaron en el local. Una de las integrantes, que tenía experiencia en comicios, se transformó sin quererlo en profesora "exprés" de sus colegas.
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Una trabajadora de supermercado, una estudiante de la carrera de Sicología, uno de liceo y una embarazada compartieron ayer durante doce horas la experiencia de ser vocales de la mesa 114, la última constituida en el Liceo Rahue.

Los cuatro jóvenes no superaban los 23 años y su nula experiencia en elecciones no fue impedimento para que vivieran una jornada marcada por el caos inicial, de confusión por el proceso, que luego, eso sí, se transformó en aprendizaje y amistad.

Las primeras en llegar a la mesa 114, ubicada en el pabellón número dos, fueron Francisca Pérez y Carolina Llancafil, quienes debieron esperar la llegada de un tercer vocal para comenzar sus funciones.

Cuando el reloj marcaba las 8.50 horas, el delegado Guillermo Rudolphy señaló que era necesario ubicar un vocal antes de las 9 de la mañana para así constituir la mesa.

en el momento justo

Como caído del cielo, en ese mismo instante Guillermo Angulo, de 18 años, se acercó con su carnet para preguntar dónde le correspondía votar. Resultó, por cierto, ser el candidato perfecto para completar la nómina de vocales de la mesa 114. El joven no lo dudó y aceptó la propuesta de inmediato. A pesar de su visible cara de sueño y nulo conocimiento del tema, más tarde explicó que 15 mil pesos son siempre bienvenidos, aludiendo al pago que reciben los vocales por su trabajo en las elecciones.

Fue así como Francisca Pérez, de 23 años, vecina del sector Bellavista y estudiante de Sicología en la Universidad San Sebastián (USS) asumió el rol de Comisario de mesa. Ella fue la encargada de retirar, cuidar y devolver los útiles electorales, que consistían en una caja de color beige donde estaban las 350 papeletas para Presidente de la República, senadores y diputados. Además, en esta ocasión había una caja verde que contenía todo lo necesario para la elección de los consejeros regionales.

Carolina Llancafil, de 23 años, vecina de Francke y trabajadora de un supermercado, fue designada como presidenta de la mesa. Ella debió velar por la correcta entrega de los votos, corroborar las cédulas de identidad y solucionar alguna situación inesperada, así como autorizar el voto asistido o el ingreso de menores de edad a las cámaras secretas.

Guillermo Angulo, en tanto, estudiante del Colegio Santa Teresa, fue designado como secretario, encargado de depositar los sobres con las actas que resumen todos los votos de la mesa.

"La verdad es que ni avisé en mi casa que me quedé de vocal. No me aburrí, pero pasé hambre y sed. No pensé en ese detalle a las 9 de la mañana", evaluó por la tarde el joven, con un tono de humor.

Mientras los tres chicos trataban de comprender dónde debían dejar todos los papeles que firmaban y colocaban los letreros en las urnas, intercambian pequeños relatos de sus historias personales. Breves, en todo caso, ya que los sentidos estaban puestos en tratar de comprender la dinámica de funcionamiento de la mesa. La hora avanzaba y los electores comenzarían a aparecer en cualquier momento.

profesora "exprés"

A las 9.30 horas, cuando el caos aún reinaba en la mesa 114 y había un par de personas esperando para sufragar, nuevamente un acto casi divino ayudó a los noveles vocales: llegó Leslie Santibáñez, de 23 años, quien lucía un embarazo de seis meses. Ella era vocal asignada a esa mesa.

Una vez incluida en la nómina, la joven relató que esta era la tercera vez que participaba como vocal, ante lo cual los jóvenes no dudaron en apoyarse en sus consejos y aprovechar su experiencia en los comicios. Fue, sin quererlo, la profesora "exprés" del grupo en materia de elecciones.

Desde ese momento el resto de la jornada sólo fue aprendizaje, donde la entrada de la primera votante fue para ellos el inicio de un largo día marcado por las filas de espera para ingresar a las cámaras.

La primera pregunta que recibió Leslie de sus colegas y "alumnos" por un día fue por qué no se había excusado para evitar trabajar como vocal, dado su embarazo. Ella fue clara en su respuesta, que más bien fue de tipo práctico: "Una vez falté cuando estaba llamada como vocal y me llegó una multa por 250 mil pesos. Luego de apelar terminé pagando 80 mil pesos. Desde entonces prefiero cumplir con el deber a pagar otra multa", aclaró.

más confiados

El hambre, el cansancio y la sed se apoderaron de los cuatro jóvenes pasadas las 14 horas. Leslie recibió de parte de su familia un almuerzo, mientras que Francisca y Carolina llevaron frutas y pan que compartieron con Guillermo, el vocal por accidente.

Una vez cerrada la mesa a las 18 horas comenzó el proceso de firmar los votos, contarlos y decidir si habían nulos por alguna doble marca o letra que no correspondía.

En esa etapa las cosas partieron nuevamente casi desde cero, ya que el protocolo indica que primero se debe abrir la urna con los votos para Presidente, luego senadores, diputados y consejeros regionales. Sin embargo, a esas alturas los cuatro jóvenes ya tenían confianza y podían disfrutar el proceso entre risas y preguntas. La lectura se hizo a viva voz, mostrando cada voto para que los apoderados de mesa fueran testigos de la veracidad de lo indicado.

Pasada las 22 horas los jóvenes regresaron a sus casas con la sensación que durante 12 horas estuvieron entre amigos.

"Una vez falté cuando estaba llamada como vocal y me llegó una multa por 250 mil pesos. Luego de apelar terminé pagando 80 mil pesos".-

Leslie Santibáñez

Vocal de mesa