En agosto de 2012, el hoy Papa Emérito Benedicto XVI escribió: "La corresponsabilidad exige un cambio de mentalidad referido, en especial, al papel de los laicos en la Iglesia que deben ser considerados no como "colaboradores" del clero, sino como personas realmente "corresponsables" del ser y actuar de la Iglesia. Es importante, por tanto, que se consolide un laicado maduro y comprometido, capaz de dar su propia aportación específica a la misión eclesial, en el respeto de los ministerios y de las tareas que cada uno tiene en la vida de la Iglesia y siempre en cordial comunión con los obispos".
Hoy, el Papa Francisco nos invita a formar parte de la Iglesia, calificándola como una fiesta: "La Iglesia no es la Iglesia sólo para las personas buenas. ¿Queremos decir quién pertenece a la Iglesia, a esta fiesta? Los pecadores, todos nosotros hemos sido invitados. ¿Y aquí qué hacemos? Se hace una comunidad, que tiene dones diferentes: uno tiene el don de la profecía, el otro el ministerio, aquí un profesor.... Todos tienen una cualidad, una virtud. Pero la fiesta se hace llevando lo que tengo en común con todos... En la fiesta se participa, se participa totalmente. No se puede entender la existencia cristiana sin esa participación. Es una participación de todos nosotros. Voy a la fiesta, pero me detengo sólo en la primera sala de estar, porque tengo que estar sólo con tres o cuatro que conozco y los demás... ¡esto no se puede hacer en la Iglesia! ¡O entras con todos o permaneces fuera! Tú no puedes hacer una selección: la Iglesia es para todos, empezando por los que he dicho, los más marginados. ¡Es la Iglesia de todos!".
Es maravilloso como ambos textos se conjugan para empujarnos en la misma dirección: la corresponsabilidad de Benedicto es la participación en la fiesta de Francisco; uno nos llama a consolidar un laicado "maduro y comprometido"; el otro, a no conformarnos con permanecer en "la lista de los invitados a la fiesta"; ambos, a participar. La semana que se inicia nos abre un cauce que es para todos, pero en el cual los laicos deben tomar la bandera. Con la mirada puesta en las palabras del cardenal Silva Henríquez,. "Quiero un país donde se pueda vivir el amor", preparémonos para participar en las sean elecciones del domingo 17, de manera que ellas otra fiesta, una fiesta cívica, en que podamos encontrarnos todos los chilenos.