Cartas al Director
Recuerdo a la hija
El sábado 30 de octubre de 1999, a las 14.15 horas, dejó de existir Mirtha Mendoza. Hace 14 años que nosotros no hemos podido olvidar, y a medida que avanzamos en edad, más vivos están los recuerdos.
Ella falleció de un tumor cerebral, luchó cuatro años, le hicieron cuatro operaciones. El doctor Luis Cantillano, de Concepción, siempre nos decía que la dejé viva, para que ella pueda disfrutar de sus hijitos.
Ahora que ha pasado tanto tiempo, puedo contarlo. Fueron cuatro años de sufrimiento al verla que se apagaba como velita, poco a poco. Que triste es ver morir a un hijo día a día, ella que fue una atleta destacada, fina, delicada, tan sutil para criar a sus tres hijos, preocupada de cada detalle los últimos cuatro meses antes de fallecer, perdió la voz, los oídos, quería abrazar a sus hijos, y no podía mover sus brazos, solamente les hacía señas con las manos.
En este momento, José tiene 23 años, es policía; Pamela de 22 años estudia en la Universidad del Pacífico en Santiago; mientras que Francisco de 20 años está preparando la PSU porque el próximo año tiene que estudiar. Ellos son jóvenes que no dan problemas de ninguna índole. Como madre, me he dado cuenta que mi viejo se ha ido envejeciendo con su dolor, ya que amaba tanto a su hija, que ella le dijo un día "ningún hombre me ha amado tanto como mi padre".
Quizá Dios me ha hecho más fuerte, para enfrentar todos los problemas. Siempre pienso que la depresión es derrotable, todos temían que me iba a dar, pero yo pensé: "si me da depresión ¿quién va a cuidar a los niños?, ¿quién los va a proteger?".
Nosotros teníamos una niñita de nueve años que ahora es enfermera y trabaja en la clínica. Criar cuatro niños, asistir a reuniones de colegio, que nunca falté, ayudarle en las tareas, es complejo pero siempre lo hice con todo el amor que mi hija les hubiera entregado.
Este dolor que hemos pasado no se lo doy a nadie. Dios ha sido nuestro compañero.
Agradezco que por estos niños hemos tenido un motivo para vivir y mucho cariño de parte de ellos.
Lina Reinún García
Agradece a Carabineros
Señor director, junto con saludarlo cordialmente, ocupo esta tribuna para manifestar mi agradecimiento al prefecto de Carabineros Gustavo Harcha, por el tiempo y la atención que brindara la institución que representa, en especial al comisario de la primera Comisaría de Carabineros de Osorno, mayor Álvaro Navarro, el pasado viernes 18 de octubre, ante la denuncia de un artefacto explosivo en la sede de Santo Tomás Osorno.
El apoyo, preocupación y, sobre todo, la guía de Carabineros de Chile para proceder adecuadamente ante la posibilidad de un atentado de ese tipo fue realmente fundamental para evacuar las instalaciones en el tiempo apropiado, cuidando siempre el bienestar de nuestros estudiantes, docentes y funcionarios administrativos.
Víctor García Ossa, rector de Santo Tomás Osorno
Pisagua: El Bautizo de Fuego
Este 2 de noviembre se cumplen 134 años, cuando nuestro Ejército recibiría allí su "Bautizo de Fuego" en la Guerra del Pacífico, que tuvo nuestra patria contra la confederación "Perú-Boliviana".
Lato seria relatar todos los pormenores y hecho políticos y militares que dieron origen al glorioso 2 de noviembre de 1879, con que inició la campaña de Tarapacá y que desde las 10 horas de ese día en sucesivas oleadas las fuerzas chilenas iniciarían el desembarco en la playa de "Pisagua", dos compañías del Regimiento Atacama y una de Zapadores; con 17 botes y con 450 soldados dieron origen al ataque; el primer desembarco va dirigida por el teniente de marina, Juan Amador Barrientos Adriazola, de las viejas cepas osorninas.
Con 30 años de edad vibra en coraje y resoluciones, manda los botes del "Loa" con 154 atacameños de la segunda compañía. Son momentos terribles que piden grandes decisiones luego se oye de boca del capitán Bennen, la orden lacónica, sorpresiva y seca, "teniente Barrientos, desembarque donde pueda".
Su bote toca tierra en la pedregosa "Playa Blanca" bajo una lluvia de balas que sólo perforaron su traje. Un fornido zapador araucano de apellido Marinao, aferra la cuerda de la embarcación, salta a tierra Barrientos, le siguen los aspirantes Fuentes , Martínez y Torre Blanca, contando con pocos hombres se dirigen al primer reducto gateando sobre las laderas, y al grito de "Viva Chile" salta sobre la trinchera enemiga, todos los defensores son muertos a tiros, bayonetazos y culatazos.
Siendo las 10 horas de ese día domingo Barrientos, sudoroso y trémulo, clava la primera bandera chilena para la campaña de Tarapacá. Así dice la historia, y dice también que el teniente Barrientos elevó después del triunfo una frase que decía "tanto el valor del Atacama, como el de la marinería de nuestros botes han sido dignos de todo elogio, no se puede ya exigirle mayor coraje, audacia y serenidad".
Su sobrino, Ismael Barrientos