Papá Estado, se me quemó la casa necesito otra...Papá voy a tener trillizos necesito pañales...Papá el terremoto destruyó mi negocio constrúyeme uno mejor...Papá no tengo ganas de llevar a mi hijo al médico, dame plata y lo llevo...Papá no quiero llevar a mi hijo al colegio, dame plata y lo llevo... Papá no tengo plata para pagar la luz y el agua, págamelas tú... Papá estoy viviendo de allegada, dame una casa en un barrio especialmente para mí... Papá estoy muy gordo, opérame...Papá quiero que mi hijo sea universitario, págame la Universidad...Papá estoy enfermo págame el médico... Papá no quiero trabajar, subsídiame la vida...Papá tengo una vida de porquería, dame una más feliz...

Aquí entre nos; nuestro país finalmente cayó en el paternalismo estatal. Hoy, el gobierno elegido por el pueblo se convierte en una especie de tutor, padrino de los ciudadanos. Y a tal punto está arraigada esta práctica de "abonar la vida del más necesitado" que muchas veces son los propios bonificados quienes no se interesan en surgir o ganar un poco más, pues perderían los beneficios que se entregan a través de este perverso sistema de ayuda. De hecho, el mejor discurso es del que ofrece más bonos: mientras más ofrezca, más sube en las encuestas...

Por otro lado, en países como España, donde tienen la escoba de tanto subsidiar, están retrocediendo. Lo mismo pasa con Holanda, donde el rey acaba de anunciar que "se corta la llave de muchos beneficios" pues el horno ya no estaría para tanto bollo.

¿Cómo llegamos a esto? A creer que el Estado debe pagar mis necesidades porque soy menos afortunado.

¿Menos afortunado? Tal vez algún día hagan encuestas que expliciten por ejemplo, cómo esa juventud que berrea por gratuidad paga sus plasmas, iPhone, etc. O cómo se las arreglan aquellos que gritan que baje la bencina y al primer fin de semana largo taconean las carreteras...¡Inexplicable!

Pareciera que en este caos de derechos y deberes ya no son los gobiernos los que gobiernan sino la inconsciencia de un pueblo que cree que por nacer en determinada tierra tiene derechos sobre ella y se les deben todos los favores de quienes pagamos impuestos, por supuesto. En fin.