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Reunión del FMI y el Banco Mundial analizará temores de ralentización de emergentes

Perspectivas. El Fondo publica hoy sus informes sobre flujos de capital, contagio de las crisis y mercados de crédito.
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La reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), que congregará a partir de hoy en Washington a ministros de Finanzas y banqueros de todo el mundo, analizará la revitalización de las economías avanzadas y los temores de ralentización de las emergentes.

Esta semana será la antesala del plato fuerte de la reunión, que tendrá lugar entre el 8 y el 12 de octubre, cuando se divulguen las nuevas previsiones económicas globales del FMI y se reúnan en la sede del organismo en la capital estadounidense los ministros de Finanzas de sus 188 países miembros.

El Fondo publicará hoy los capítulos analíticos de su informe de "Perspectivas Económicas Globales" en los que se revisará los flujos de capital y los canales de contagio de las crisis globales; y el miércoles los de su reporte de "Estabilidad Financiera", centrados en esta ocasión en los mercados de crédito.

Asimismo, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, ofrecerá el jueves una conferencia en la universidad de George Washington para presentar la nueva edición.

En esta ocasión, se espera que los ejes del encuentro giren en torno a la revitalización de las economías avanzadas, aún renqueantes tras la crisis la financiera, y la preocupación generada por los emergentes cuyo crecimiento empieza a ralentizarse.

Además, se analizará el previsto inicio de la retirada del multimillonario estímulo monetario por parte de la Reserva Federal de EE.UU. antes de finales de año que ha provocado volatilidad en los mercados financieros y, sobre todo, en las economías en desarrollo, que han registrado caídas en el valor de sus monedas locales.

También habrá una nueva reunión de ministros de Finanzas del G20, tras la que se emitirá el habitual comunicado de las veinte principales economías mundiales.

Confrontación con países avanzados

A pesar de que la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, ya ha alertado que el crecimiento económico global se está produciendo a "múltiples velocidades", en el encuentro internacional de esta semana se volverá a escenificar la confrontación entre avanzados y emergentes, estos últimos capitaneados por los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

China da importante paso de apertura con una nueva zona de libre comercio

Inauguración. En Shanghái, la capital financiera y comercial del país asiático, el Gobierno abrió de manera oficial un área donde se experimentará el libre cambio del yuan.
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China dio ayer un nuevo paso histórico en la apertura al mundo de su sistema económico y financiero, con el comienzo oficial de la nueva zona de libre comercio de Shanghái, un área experimental llamada a revolucionar su propio peso en la economía internacional.

Shanghái, que ya es la capital financiera y comercial de China y cuenta con el puerto mercante más activo del mundo, se dota así de un área donde experimentará, fuera de las fronteras chinas, qué ocurre si permite el libre cambio del yuan o deja los tipos de interés en manos del mercado.

Tras una ceremonia a la que asistió el ministro chino de Comercio, Gao Hucheng, junto al secretario general del Partido Comunista de China (PCCh) en Shanghái, Han Zheng, la nueva zona empezó a operar como tal, para lo que tendrá normas especiales distintas a las del resto del país, al menos hasta 2016.

Para hacer posible todo esto, las normas nacionales y locales que regulan la inversión extranjera en Shanghái serán suspendidas dentro de la zona de libre comercio durante al menos tres años, a partir de mañana, simbólicamente Día Nacional de China, tras lo cual se evaluará si continuar con más reformas en la zona.

Un primer grupo de 25 empresas chinas y extrajeras recibió ayer su permiso oficial para instalarse en la nueva zona.

Este "mini-Hong Kong" en las afueras de Shanghái, como lo llamó la propia prensa hongkonguesa, será la primera zona de este tipo en territorio continental chino bajo el Convenio de Kioto, y competirá con otras zonas similares asiáticas, como la de la ex colonia británica, la surcoreana Busán o la propia Singapur.

un proyecto necesario

Su creación, anunciada por sorpresa en julio, aprobada en agosto y puesta en práctica desde ayer, en apenas tres meses, sólo se explica porque nace con instalaciones logísticas ya existentes, y porque se trata de un proyecto defendido como una necesidad por el nuevo Gobierno chino, aunque afrontó una fuerte oposición interna.

El propio primer ministro Li Keqiang, cuyo Ejecutivo tomó posesión en marzo, arriesgó todo su capital político por hacer posible la nueva zona, a pesar de la fuerte resistencia que encontró entre los propios organismos económicos chinos, como sus reguladores del mercado de valores y del sector bancario.

Esto parece indicar la determinación del nuevo Gobierno por hacer reformas económicas y dar pasos en la apertura del mercado chino difíciles de imaginar durante la década anterior.

Li parece querer demostrar con Shanghái cómo su plan económico puede salvar a China de un aterrizaje forzoso, después de tres décadas de rápido crecimiento continuado.

Su receta económica (no a los estímulos ni a la inyección de capital desde Pekín, como se hizo ante el inicio de la crisis internacional, en 2008, y reformas estructurales para la apertura del mercado) puede suponer ahora una ventana de apertura, en Shanghái, para la inversión extranjera en sectores antes vedados.

Los bancos extranjeros podrán abrir filiales controladas completamente por ellos dentro de los límites de la zona franca, al igual que las operadoras de telecomunicaciones, mientras que los mercados internacionales de materias primas, como la Bolsa de Metales de Londres, podrán tener allí sus propios almacenes.

De ahí la fuerte oposición de los reguladores, aunque Li parece pretender sobre todo estimular la economía china interviniendo menos desde el Estado y facilitando más la inversión extranjera.

Riesgo de que el crecimiento se estanque

Algunos analistas señalan que el Gobierno está condenado a reformar el sistema económico chino, ante el riesgo de un frenazo repentino de su crecimiento de las últimas décadas, que podría extenderse como un descontento social poco deseable para la estabilidad del Partido Comunista al frente del país. Todo mientras ese crecimiento chino tiende a ralentizarse por la caída de sus exportaciones, por lo que Pekín quiere evolucionar hacia una economía más orientada a los servicios.