¿Qué nos une en este instante?
"No sacamos nada con perdones si no arreglamos las cuentas pendientes a la luz de la verdad"
Meterse en la memoria histórica de un pueblo, cuando los hechos que investigamos siguen vivos, dramáticamente sobreviviendo al tiempo y alentados por el clamor de justicia y de reconciliación, resulta complejo y casi como acto desafiando un destino que no revelará sus secretos. Si ese pasado nos persigue, más confusas son nuestras respuestas en la medida de que dejamos atrás la voz de nuestra propia conciencia.
No sacamos nada con fundamentados y ornamentados "perdones" pedidos- y menos, sin "perdonazos" concedidos- si no arreglamos las cuentas pendientes a la luz de la verdad. ¿Sorprenderá, entonces, que después de 40 años sigamos divididos a pesar de los intentos que respetables instituciones religiosas y espirituales hacen por hermanarnos? ¿De qué han servido las palabras, los silencios bien intencionados o culposos para olvidarnos de la barbarie practicada, o para abrir horizontes de paz?
Y ahora estamos a las puertas de los felices día rojos, marcados para entrar a la memoria histórica grande con sabor a empanadas, vino tinto, volantines (sin hilo curado) y todo lo que podamos colocar a la hora de celebrar las "Fiestas Patrias". Es el tiempo de pasarlo bien, aunque sepamos que el lunes 23 nos pasará la cuenta, con la bandera chilena aún flameando y las ganas de seguir de vacaciones, todavía intactas. Así somos y qué buena es la chilenidad que cultivamos, a pesar de cuántas diferencias, injusticias y culpas nos separan.
¡Qué hermoso será escuchar, entonces, la voz de un estudiante declamar:" ¿Qué nos une en este instante, quién nos llama / encendidas las pupilas y frenéticas las manos?/ ¿A qué viene ese clamor que en el aire se derrama/ y retumba en el confín?...Es el épico estandarte, es la espléndida oriflama,/ es el patrio pabellón/ que halla en cada ciudadano un paladín!". En nuestras costumbres ciudadanas, sean simples o grandes manifestaciones, la bandera preside airosa los actos a los que damos significación especial; sea en los tijerales, inauguraciones, competencias deportivas o actos oficiales; sea en las protestas, tomas o terremotos. Con ella tenemos a qué asirnos como símbolo superior que une y motiva; que nos da la paternidad y el sello original de la existencia, dentro o fuera del país.
La poesía nuestra, hecha con los materiales de la tierra y del espíritu heredados, se transforma en cantos de esperanzas cuando las cosas no funcionan o cuando el desaliento amenaza la paz y la alegría a que todos tenemos derechos. Y es luz cuando a pleno sol, se levantan voces que ensombrecen los territorios de la convivencia ciudadana.