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Familiares de detenidos desaparecidos realizan marcha para recordar los 40 años del "11"

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"La última imagen que tengo de él es la despedida. Me dijo "nos vamos a volver a encontrar. Voy y vuelvo, no te va a pasar nada". Y no volvió nunca más".

A los costados la gente habla, suena música andina y María Angélica Gallegos contiene las lágrimas cuando recuerda la última vez que vio a su esposo, Rodolfo Leveque, quien fue detenido el 15 de septiembre de 1973 para no regresar más.

Ayer se cumplieron 40 años del golpe militar, y mientras los partidos políticos a nivel nacional y local organizaban actos para conmemorar la fecha, los familiares de los ejecutados políticos y detenidos desaparecidos de la ciudad partieron al mediodía en caravana hacia el memorial donde están los nombres de las 72 personas ejecutadas, de las cuales 60 aún se desconoce su paradero cuatro décadas después.

En el lugar habían sillas recubiertas con papel blanco y sobre ellas una foto con el nombre de algún detenido desaparecido, imágenes que eran acompañadas con claveles rojos que después fueron colocados en los pies del monumento ubicado en Mackenna a metros del puente San Pedro.

La actividad que se realiza todos los años para esta fecha, estuvo marcada por los testimonios de los familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos que recordaron el último día en que vieron a sus seres queridos y explicaron cómo han luchado para dar con el paradero de éstos.

Dignidad

Dignidad

Gallegos recuerda que aquel 11 de septiembre, hace cuatro décadas atrás, su casa fue allanada y le rompieron todo lo que tenía. Explica que lo único que le dejaron en buen estado fue la ropa de su hijo que en ese entonces tenía dos meses.

Su marido era secretario general de las Juventudes del Partido Comunista en Osorno y fue apresado por los militares el 11 y soltado horas más tarde. Para evitar que en una próxima detención atacaran a su hijo, Leveque decidió abandonar su casa en calle Santa María.

Sin embargo, cuatro días más tarde un vecino entregó su dirección y fue detenido y posteriormente degollado en el río Pilmaiquén.

Mientras trae a la memoria dichos recuerdos, su cara se resquebraja y sus lentes se empañan con las lágrimas que intenta retener, a la vez que participa de la actividad a un costado del memorial.

Actualmente su hijo es médico y trabaja en Santiago. La mujer explica que a pesar de todas las cosas que le tocó vivir pudo salir adelante porque supo el destino final de su marido, pese a que nunca le entregaron su cuerpo.

"Teníamos que salir adelante nomás, porque nadie iba a pisotear nuestra dignidad. A pesar de todo lo que vivimos luchamos por esa dignidad, por saber la verdad y con la frente en alto, aunque pasamos hambre y miseria", agrega Gallegos, dirigenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos, que organizó el acto ayer al cual se sumaron partidos de izquierda y otras organizaciones sociales.

Sin rastro

A mediados de 1974, Juan Luis Ascencio Solís -en aquella época de sólo 15 años- salió a jugar a la pelota. Eran las cuatro de la tarde cuando fue detenido, una hora más tarde su madre se enteró que estaba preso en la Tercera Comisaría de Rahue.

El adolescente no militaba en ningún partido político y tampoco tenía conexiones con ningún grupo subversivo. Su madre, Conreina Solís, ahora de 78 años, explica que la vida le cambió radicalmente.

Cuando se enteró que su hijo estaba en los calabozos del recinto policial en Rahue, Solís corrió desde su casa ubicada en la población Montecinos para pedir que lo soltaran.

"Cuando llegué me dijeron que no estaba y me lo negaron hasta el final. Después, un vecino que también lo habían agarrado por el toque de queda me contó que lo habían sacado del calabozo a las cinco de la mañana y después no lo vio más", dijo la mujer.

Solis sólo pide que le entreguen la versión oficial de dónde está su hijo. Manifiesta que "todos los días que amanece, abro los ojos, pienso en mi hijo y no sé dónde está", cuenta, mientras su voz tiembla y mira hacia abajo para contener la pena.

Solís le toma el brazo a su nieta Claudia Ascencio y respira profundo para continuar con su relato. "Yo estuve muchos años con tratamiento médico para superar este trauma. Gracias a eso aún tengo salud, sino ya estaría bajo tierra".

A Solís le cuesta recordar la última imagen que tiene de su hijo, pero es categórica en señalar que "era un buen cabro, no era callejero, estudiaba. Tenía un buen pensamiento, no tenía idea del golpe de Estado".

Acostumbrados

Con sólo nueve años, Zinia Barría ya sabía lo que estaba pasando en su entorno. Recuerda que cuando detuvieron a sus hermanos, su infancia se fue con ellos. "Se acabaron los cumpleaños, las navidades, todo, porque lo importante era recuperar a mis hermanos", sostiene la mujer, mientras fuma un cigarro a un costado de la foto de Héctor (19) y Ricardo Barría Bassay (27).

Sus hermanos eran militantes del Partido Socialista (PS) y fueron detenidos el 16 de octubre de 1973 alrededor del mediodía en el fundo Los Riscos, ubicado en el sector de Río Blanco, comuna de Río Negro.

Su madre falleció y no pudo enterrarlos. Ahora su hermana explica que de los ocho hermanos, sólo quedan tres y son ellos los que siguen trabajando para dar con su paradero cuatro décadas después.

"Nosotros somos una familia que se acostumbró a sufrir. Nos encontramos siempre con los Carabineros que apresaron a mis hermanos, pero siempre nos queda la enseñanza de mi madre de no ser vengativos", dice Zinia mientras observa a sus sobrinos que hablan mientras sostienen las fotos borrosas de sus tíos.

Marcha

"Ninguna democracia se puede levantar sin terminar primero con tanta impunidad", era el grito que entonaba el medio centenar de personas que participó ayer en la marcha en conmemoración de los 40 años del golpe militar.

Con banderas rojas, en calma y con un resguardo policial de cerca de 10 carabineros por lado, los familiares avanzaron por una de las pistas de avenida Mackenna. En el memorial, los esperaban cerca de 20 personas quienes habían instalado las sillas con las fotografías de los detenidos desaparecidos.

En el acto hablaron representantes del Partido Socialista, Comunista y del Servicio Paz y Justicia (Serpaj), pero la alocución central la hizo Sara Igor, presidente de la agrupación.

La mujer sostuvo que "los jóvenes deben recordar todo el daño que se hizo, para que haya justicia".

Agregó que como familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados esperan que se entregue el paradero de sus familiares.

Durante la ceremonia se recordó el hallazgo de algunos cuerpos de ejecutados políticos en el río Pilmaiquén, los cuales se encontraban amarrados a alambres de púas.

En las diferentes intervenciones, los dirigentes de la agrupación de detenidos desaparecidos pidieron mayor interés tanto de los diferentes organismos del gobierno para esclarecer lo que ocurrió hace ya cuatro décadas en la zona.

Murallón en el Hospital San José

Durante el acto conmemorativo de los 40 años del golpe militar, Sara Igor explicó que en el Hospital San José de Osorno se pretende construir un mural que simbolice la esperanza que tiene la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos, en conjunto con otras organizaciones, para que se sepa la verdad sobre lo que sucedió con los 60 desaparecidos que actualmente hay en la lista de Osorno y de los cuales no se sabe su paradero hasta los días de hoy. Igor dijo que además en el lugar se está construyendo una plaza como centro de reunión para los familiares.

otras actividades

20 horas Estaba programada una velatón en el memorial de los detenidos desaparecidos y ejecutados políticos.

17 horas De hoy se realizará un ciclo conmemorativo en la ULA.

13 horas De mañana, en el Aula Magna de la ULA se realizará el recital "La Cantata de Iquique", a cargo del Coro Universitario.