La nueva vida de la niña pianista que no podía escuchar su música
superación. Melissa Molina nació con una sordera que le impedía oír su trabajo en el piano. En 2005 se le implantó un microcomputador que le permite combinar hoy el arte y la informática.
En agosto de 2005 y a sus 13 años, Melissa Molina Vera fue intervenida en el Hospital Naval de Valparaíso. A través de dicha operación se le implantó un microcomputador en su cerebro que le permitiría escuchar, pues la pequeña osornina nació sorda, luego que su madre padeciera rubéola en el embarazo.
La historia caló hondo en la opinión pública osornina y nacional, pues se supo que aún sin escuchar la joven alumna de la Escuela Efraín Campana en ese entonces, se sentaba al piano y tocaba virtuosamente. La niña no oía sus interpretaciones, pero a su manera disfrutaba intensamente de la música.
Ocho años después, luego de vivir un complejo proceso de adaptación al dispositivo y al lenguaje oral, Melissa continúa ligada a la música y logró continuar con su formación escolar.
Luego de egresar del Liceo Carmela Carvajal de Prat de la ciudad se propuso estudiar ingeniería en Informática en la Universidad Santo Tomás (UST), pero sin dejar de practicar un poco de música con un teclado eléctrico que tiene en su hogar en Francke, donde vive junto a sus padres.
Y aunque Melissa no logra escuchar a plenitud, el sistema de audición que se le implantó le cambió la vida. Hoy, a sus 21 años, puede relacionarse sin problemas y mejoró mucho su dicción. "Me siento bien y feliz porque puedo oír un poco", dice la joven.
Su madre, Uberlinda Vera, señala que tras la operación su hija ganó en autonomía.
"Le cambió la vida completamente porque es una niña más independiente, hace todo sola. Asiste a sus clases, estudia por su cuenta y en la universidad ha logrado un buen rendimiento", comenta.
Melissa Molina relata que la audición sigue siendo un problema para ella, pero no tanto como antes, ya que ahora debe procesar los sonidos, por eso necesita que se le hable lento y modulado para entender. Por lo mismo, luego de clases debe reforzar las materias leyendo en su hogar.
En todo caso, ya no asiste a las clases de piano, porque quiso dedicarse por completo a sus estudios y dejar la música como un hobby en sus ratos libres. "Cuando era pequeña decidimos que ella estudiara piano porque pensamos que quizás gracias a la música podía desarrollar la audición, porque no escuchaba nada", cuenta su madre.
Adaptación
La joven osornina debe acudir una vez al año a la Región de Valparaíso para someterse a un control médico para evaluar su progreso y la forma en que está funcionando el sistema de audición que le implantaron.
La familia de Melissa debe desembolsar cerca de 70 mil pesos mensuales para adquirir las baterías del procesador que le ofrece algo de audición a la estudiante universitaria.
"Sostener los gastos a veces se hace algo complicado, pero luchamos tanto por Melissa que lo seguiremos haciendo. Lo importante para nosotros es que ella pueda escuchar un poco y eso le facilite la vida", afirma la madre de Melissa, quien pronto espera ver a su hija convertida en una profesional de la informática.
En el aula
Rodrigo Muñoz, director de la carrera de Informática de la UST, señala que la integración de Melissa en la universidad es muy positiva, pues ha logrado superarse cada vez más.
"Ha demostrado esfuerzo y ganas de salir adelante. Algo puede escuchar y sabe leer los labios, por eso capta más y a eso le saca partido", dice Muñoz.
Melissa recibe el apoyo de sus compañeros y profesores, pero a la vez se desenvuelve con autonomía "Si para una persona que no tiene alguna discapacidad esta carrera es complicada, para alguien con capacidades diferentes es más aún, pero Melissa muestra ganas y eso es lo más importante", apunta el jefe de la carrera de la UST.