Curiosa situación vivimos los seres humanos: no comprender las distancias siderales que nos separan de los sistemas solares más próximos y ser criaturas que nos imaginamos eternidades que desconocemos y que no sabríamos como vivirlas. Más sencillo aún: nuestro universo tiene una magnitud inalcanzable para los números en que medimos los espacios reales y, por otra parte, siendo seres de tan corta duración temporal, jamás comprenderemos lo que puede ser un día de la eternidad. Un historiador nos propone un ejemplo para aclarar el punto: cada mil años llega un pajarito a una alta cumbre cordillerana a restregar su piquito en la roca; una vez que ésta haya desaparecido como consecuencia de este acto, habrá transcurrido ¡un día de la eternidad!
Entre proporciones tan gigantescas somos la nada misma; pero nos creemos el cuento de ser poco menos que el corazón del universo. Da para pensar si esto es tan así, a la luz de los que hacemos entre tanta grandezas y mayores apetencias espirituales. Habitamos un pequeño planeta que, en cualquier mapa universal, sería casi imposible que apareciéramos; y veamos cómo lo tenemos amenazado de muerte por nuestros actos. Menos mal que vivimos poco, porque nos sobra tiempo para destruir en minutos lo que a la tierra le costó millones de años preparar para generar vida.
Sin embargo, a pesar de todas las barbaridades que hacemos en este asustado planeta, somos la cosa que piensa. Somos una feliz realización del universo o una carta jugada por un Dios Supremos que apostó a la sabiduría con que fuimos dotados y para fines maravillosos. En este marco fantástico - tal como lo dice la voz del pueblo - la esperanza es lo último que se pierde; y ésta tiene que ver con el buen juicio que alguna vez tendrá que regir el pensamiento y el corazón humanos.
Tiene que ver con ideales, con principios y valores; tiene que ver con la capacidad de asombro y de comunicación; tiene que ver con el amor. Hay grandes y meritorias tareas para que la vida planetaria fluya fecunda y grata para todos; así como existen casi minúsculas acciones que nos harían comenzar el día con alegrías y esperanzas.