Chile está viviendo sus horas más complejas en años. Qué duda cabe. Por un lado, una legítima expresión social que demanda mayor igualdad en un país que aunque está a las puertas del desarrollo, ha acumulado una evidente carestía en muchos niveles, con dificultades para acceder a salud digna y oportuna, a una educación que proporcione reales oportunidades, pensiones que no hundan a las personas en la pobreza, por mencionar alguna de las tantas deudas que se arrastran desde hace años. Por el otro, el vandalismo desbordado que se ha apoderado de Santiago y varias ciudades del país, en un movimiento inorgánico que sólo obedece a afanes delictuales, porque quemar supermercados, saquear locales comerciales e incluso casas, perjudicando a una innumerable cantidad de trabajadores y dueños de casa que aunque pueden compartir el reclamo por mayor justicia social, evidentemente resultan violentados.

Es hora de que desde la clase política, ya no haya mezquindades de cálculos electorales. Chile necesita de la política para salir de este avispero que se debe enfrentar de manera civilizada y que respete los derechos civiles de cada uno de los habitantes de este país. Mientras más los políticos intenten llevar agua a su molino, que es lo que tristemente se ha visto desde el viernes pasado, mayormente incrementará la desafección ciudadana y la misma clase política, toda, terminará arrinconada, sin capacidad de maniobra ni validez para interpretar los intereses de la ciudadanía, que es para lo que se supone fueron electos.

Así como la manifestación social debe ser atendida por la clase política, la violencia debe ser combatida con las herramientas que entrega el Estado de Derecho. Un flaco favor le ha hecho a la demanda social, las inauditas escenas de saqueos de locales comerciales, hasta con automóviles cargando todo lo que pueden cargar, y de locales comerciales pequeños que difícilmente tendrán espaldas para recomenzar.

Esta es la hora de la política, de una política con altura de miras sin espacios para mezquindades ni eslóganes altisonantes.

Frente a los graves atentados a la propiedad pública y privada y el desprecio a los valores morales y cívicos de los chilenos, la Asociación Multigremial de Osorno manifiesta su más absoluto repudio y rechazo. Rechazamos todo tipo de violencia, tanto en los hechos como en el lenguaje, postulando a una pronta recuperación del orden público y de la amistad cívica.

Sin duda, el descontento social no es un fenómeno exclusivo de los chilenos como lo demuestran los trastornos actuales en otras latitudes.

Frente a las críticas al "sistema", nuestros políticos -autoridades, jueces y parlamentarios- no han sido capaces a dar las respuestas oportunas y adecuadas a la frustración provocada por la evidencia de abusos, alza en costo de vida y percepción de injustas desigualdades sociales.

El fenómeno que estamos presenciando tiene, además, raíces profundas que anidan en la pésima calidad de la educación -particularmente pública- de nuestra juventud. Un descuido que acumulado por decenas de años, se expresa con fuerza hoy.

Una filosofía que privilegia exageradamente los derechos y menosprecia los deberes inhibe el esfuerzo y la indispensable exaltación de los valores. Hemos fallado en educar ciudadanos para Chile. Ciudadanos que hayan recibido no sólo lecciones de educación cívica, sino también una formación conducente a cultivar el diálogo y la tolerancia.

A todo esto se suma la alarmante desintegración familiar que agrega un potente factor de disfuncionalidad en gran número de jóvenes. "Los niños primero" no debiera ser sólo un lema vacío de propaganda política.

Como Multigremial estamos conscientes que la tarea que tiene por delante nuestro país es gigantesca y extremadamente difícil. Si bien la solución no será fácil ni de efectos inmediatos, nuestra asociación está dispuesta a aportar lo que sea necesario dentro del ámbito de su quehacer.

Roland Matthei Bullemore, vicepresidente de la Multigremial

y representante de la Sociedad Odontológica de Osorno