El pasado 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, un día en que se llamó a marchas masivas y a manifestar a todas las mujeres, el apoyo a la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, rechazando todo tipo de discriminación.
La Agenda 2030 de Naciones Unidas ha manifestado que la desigualdad de género es un problema estructural en el mundo, que exige políticas públicas y compromisos de los gobiernos que permitan erradicarla y que contribuyan a mejorar las condiciones de vida de las mujeres. El diagnóstico es claro en evidenciar que las mujeres: presentan una menor remuneración que los hombres por la misma actividad; que las desigualdades raciales y étnicas acentúan los prejuicios y la discriminación; que persiste la violencia de género física y/o sexual; que las mujeres presentan bajos niveles de calificación y mayores niveles de desempleo; una alarmante feminización de la pobreza por el creciente número de mujeres a cargo de hogares, y países que aún no cuentan con compromisos explícitos de igualdad de género.
La movilización feminista de 2018 a nivel nacional puso en el debate público los temas de género y en este contexto nadie quedo indiferente. En educación superior un diagnóstico realizado por el Consejo de Rectores planteó la necesidad de implementar políticas de igualdad y acciones afirmativas para alcanzar la equidad de género al interior de las universidades, y el Consorcio de Universidades Estatales estableció compromisos específicos: avanzar hacia una política de igualdad de género común a todas las universidades; establecer unidades o direcciones de género en cada universidad; establecer una política para la prevención, erradicación y protección de la violencia sexual; aceptación del nombre social de cualquier persona transgénero; e incorporar temas de género en la renovación curricular.
Nuestra universidad ha cumplido con estos compromisos, pasando de los diagnósticos a la acción. Sabemos que no es suficiente y debemos seguir avanzando, como universidad, como país y como sociedad, en un cambio cultural que permita modificar y erradicar conductas sexistas que no favorecen la equidad entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de desarrollo.
Óscar Garrido Álvarez, rector
de la Universidad de Los Lagos