Admisión justa o igual calidad en educación
Hace tiempo se extraña la existencia de una estrategia país que apunte a desincentivar la migración desde el campo a la ciudad. "Prefiero un sistema educativo (...) donde cada persona pueda tener las mismas posibilidades".
La Ley de Inclusión Escolar en la palestra regula la admisión de estudiantes, elimina el financiamiento compartido y prohíbe el lucro en establecimientos educacionales que reciben aportes del Estado. El actual gobierno ha presentado una modificación con la Ley de Admisión Justa, incorporando conceptos como el mérito y el esfuerzo en la discusión.
Me pregunto si es posible justificar el mérito en una sociedad chilena tan segregada donde los ingresos, la profesión y el nivel educativo se transmiten de una generación a otra, sin mayores cambios, donde existen colegios particulares para las familias más acomodadas, colegios subvencionados para la clase media y establecimientos municipales para las familias de más bajos recursos.
Si se incorpora a esta reflexión las diferencias entre zonas urbanas, metropolitanas y regiones, o centros urbanos y zonas rurales, las diferencias se acrecientan. Preferiría hablar de mejorar la calidad de la educación que se entrega a los niños, niñas y adolescentes, para que esa elección sea por el proyecto educativo que no sea concebido como una industria y tampoco por resultados de pruebas como el Simce o la PSU, que están estrechamente relacionadas al nivel socioeconómico.
Prefiero un sistema educativo de calidad y con los mejores estándares, donde cada persona pueda tener las mismas posibilidades de alcanzar el éxito y una buena calidad de vida. Sin embargo, la igualdad de oportunidades no está presente donde las brechas entre los más ricos y los más pobres se perpetúan en el tiempo y la movilidad social es un esquivo anhelo.
Las políticas públicas que se expresan en las leyes y presupuestos son las que deben brindar a todos la oportunidad de tener éxito, y así el derecho a que todos los niños y jóvenes puedan desarrollar sus talentos y capacidades, y no sean los recursos los que definan la institución donde un niño o joven pueden cursar estudios. El derecho a la educación y el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos sólo será posible cuando nuestro sistema educativo cuente con los mismos estándares de calidad y no se privilegie un acceso a la educación segmentado por clase social, el que se consolidó con las reformas de los años 80 y posteriormente con el copago, donde los colegios seleccionaban a las familias, aspecto que se intenta reponer con el proyecto admisión justa.
Óscar Garrido Álvarez, rector
de la Universidad de Los Lagos