Si la escultura del arriero y su carreta que el municipio instaló en la nueva plazoleta que se ubica al costado del Mercado Municipal fue un gran golpe de efecto y bien recibida por la comunidad, la llegada de las vacas de colores a la plaza de Armas, el pasado jueves, viene a reafirmar el singular atractivo que está adquiriendo la ciudad en cuanto a este tipo de figuras que adornan los rincones urbanos. Lo que hace algunos años comenzó quizás tibiamente con el furioso toro emplazado en la misma plaza, hoy por un hoy un ícono imperdible para ser fotografiado por los turistas que recorren el centro, se ha convertido en un patrón característico de un Osorno que ya dejó muy atrás el muy injusto rótulo de una ciudad algo adormecida.
El proyecto de las vacas de colores, articulado de manera muy activa desde el Rotary Osorno Colonial de la ciudad, fue acogido de forma rápida por distintas empresas y gremios, que seguramente vieron en esta iniciativa un efectivo aporte a la zona en que desarrollan sus actividades. Todo eso, más el compromiso del municipio, que tendrá que velar por la mantención y cuidado de este nuevo patrimonio artístico, ha sido una conjunción perfecta para un proyecto que fortalece la imagen de una ciudad que ha hecho de las esculturas urbanas una variable que la distingue por sobre las demás.
Las peculiares vacas construidas con fibra de vidrio, que desde su instalación en la plaza han sido objeto de múltiples miradas y fotografías, vienen también a aportar otro elemento especial a la geografía de esta ciudad, tan marcada por el gris de los días de lluvia y el silencio de las bajas temperaturas. Aportarán color, muchos colores, en diferentes formas y magnitudes, para intentar alegrar ese plomizo paisaje de los largos inviernos (como el de este año) que terminan moldeando, en parte, el comportamiento de las personas.
Cuando las vacas de colores sean llevadas a sus destinos finales, que ya están definidos por quienes financiaron la iniciativa, será responsabilidad de toda la ciudadanía velar por este gran aporte a Osorno. Junto con el toro de la plaza, las vacas gigantes de Freire, las ovejas de Ovejería, el Martín Vargas de Lynch y los animales del Parque Chuyaca, estas nuevas figuras serán un valioso activo de la ciudad.