No es novedad que Internet encierre ciertos peligros, especialmente para los más pequeños, ya que por la red de redes circula un contenido ilimitado de información, gran parte de ella al alcance de quien quiera encontrarla, bastando sólo un dispositivo electrónico conectado a Internet y ciertas habilidades -muy básicas por cierto- para saber cómo buscar.
Cuando se sabe que en Chile hay más de 23 millones de teléfonos celulares y que cerca del 80 por ciento de la población se conecta a la red a través de su smartphone, nunca se debe bajar la alerta sobre qué es lo que ven los niños y adolescentes en Internet, con quiénes se mantienen en contacto en las redes sociales o qué tipo de sitios visitan.
No se trata de ejercer una caza de brujas y prohibir el acceso de este grupo etario a la información, muy por el contrario, ya que en la práctica eso es imposible, sino sólo educarlos, orientarlos y a la vez protegerlos de los riesgos que puedan surgir.
Cada cierto tiempo nacen juegos que buscan vulnerar a jóvenes con tendencia a episodios depresivos, atentando contra su integridad y aumentando la preocupación de sus familias que siguen de cerca este tipo de enfermedades mentales.
El año pasado el denominado juego de la ballena azul cobró la vida de más de cien menores en el mundo y varios de ellos en Latinoamérica, incluso en nuestro país.
Por ello, cuando es imposible restringir el acceso de los niños y adolescentes a Internet, se hace necesario que los padres se interesen y preocupen del tema y hablen con sus hijos para conocer qué tipo de contenidos ven y especialmente con quiénes hablan a través de las redes sociales.
Orientarlos sobre los peligros concretos que encierra Internet ayudará a protegerlos de caer en riesgosas prácticas que hasta podrían acabar con su vida, tal como sucedió el año pasado con el juego de la ballena azul.