Desde nuestra asociación vemos con asombro el tiempo que ha tomado la Comisión Nacional de Distorsión de Precios (CNDP) para resolver respecto de la solicitud de salvaguardia de los productores de leche de Chile, quienes demostraron con creces que el aumento de las importaciones y el daño que estas provocaron, justifican plenamente una medida de salvaguardia.

Lamentablemente, este tiempo ha sido aprovechado para sostener enormes importaciones desde hace dos años, con un aumento de un 300% en los quesos, y más de un 200% en el caso de la leche en polvo (respecto del año 2015), equivalentes a más de 800 millones de litros de leche, condición que se ha mantenido durante el año 2018.

Sumado a la difícil situación denunciada oportunamente a la CNDP, hoy se agrega la devaluación que Argentina hiciera con su moneda, cercana al 58%. Esto va a permitir a los exportadores argentinos de carne, leche y granos, entrar con precios a Chile que pueden desarmar la economía regional, basado en una distorsión artificial de precios, y no por falta de competitividad local, como algunos señalan.

Pero frente a todo escenario negativo, siempre se abre una puerta, y para los productores hoy esa oportunidad está en salir a buscar nuevos mercados y clientes, que valoren nuestra condición productiva y calidad lechera.

Es así como se ha tomado contacto con Prochile, y junto con los grupos comerciales de la zona, se está diseñando una misión comercial para conocer importadores en otras latitudes, y eventualmente invitarlos a conocer nuestros sistemas productivos, que estamos seguros los asombrarán por nuestras inigualables condiciones de clima, bienestar animal y calidad de producción.

Y como lo hemos dicho desde hace tres años a la fecha, la asociatividad de los productores, la integración vertical hacia adelante y el cooperativismo, son los caminos para agregar valor a nuestra producción, siendo un diagnóstico compartido por un reciente estudio de la Universidad de Los Lagos. Desde Aproleche invitamos a los productores que busquen sumarse a este proceso, a acercarse a nuestro gremio, donde recibirán todo el apoyo para alcanzar los nuevos desafíos del sector.

Marcos Winkler, presidente

de Aproleche Osorno

Cuando en octubre de 2017 se produjo el varamiento del buque Seikongen, con un cargamento de 200 toneladas de salmones, es muy probable que pocas personas pudieron imaginar que aquel incidente derivado de la actividad acuícola, registrado en los mares de la Isla de Chiloé, iba a terminar repercutiendo tan fuertemente en Osorno, capital de una zona con clara vocación agrícola y que ha hecho de la lucha medioambiental, producto de la contaminación atmosférica y de los episodios de descargas tóxicas en ríos y lagos, una de sus banderas en el último tiempo. Como se ha podido comprobar en los últimos dos días, los ánimos de la ciudadanía y autoridades locales se han caldeado debido a la sorpresiva revelación de parte del intendente Harry Jürgensen, en cuanto a que el vertedero Ecoprial, autorizado para recibir residuos industriales y que se ubica en la ruta al mar, se dispone a albergar 20 toneladas de la tóxica carga de la que nadie quiere hacerse cargo.

Las autoridades del gabinete regional se han apresurado en asegurar que los desechos de los salmones que se pretenden depositar acá, no constituirán peligro alguno para la salud de las personas y el medio ambiente. No obstante, el manejo que ha hecho el Gobierno de este episodio ambiental deja demasiadas inquietudes que han de ser aclaradas en detalle. Primero, el anuncio no se hizo de manera formal, con un diálogo previo junto con la comunidad, sino que, en realidad, se reveló en una tensa sesión del Consejo Regional en la que sus integrantes exigieron explicaciones acerca de lo que ocurría.

Segundo, el propio intendente confidenció, a modo de justificación sobre la inocuidad de la operación de descarga, que hace 42 días ya llegaron 20 toneladas de desechos del Seikongen a Ecoprial. Sin comunicárselo al gobierno comunal ni a la comunidad osornina. Extraño, si se considera que la carga del buque ha sido motivo de ásperas disputas por parte de otras comunas que se negaron a recibirla.

Tercero, el propio predio de Ecoprial ha estado en el medio de polémicas recientes por las acusaciones de vecinos por su manejo de los desechos y por sanciones de la Superintendencia de Medio Ambiente.

La gestión medioambiental moderna, tal como lo ha demostrado infinidad de casos de malestar ciudadano, debe hacerse de cara a la opinión pública. Para un pronto análisis, por lo demás, debe quedar también la paradoja de una zona que debe hacerse cargo de los desechos de una actividad productiva que le es totalmente ajena.