Se ha planteado desde hace tiempo que hay falencias en la seguridad de los datos bancarios en el país. A fines de mayo, el Banco de Chile sufrió el ataque de un virus informático perpetrado desde Europa o desde Asia, que tuvo como objetivo el robo de cerca de 10 millones de dólares desde sus arcas. Las autoridades de gobierno plantearon que tras ese ataque informático, se debían adoptar medidas adicionales para que haya un ambiente más seguro y que los usuarios reciban el mensaje de que la banca está preocupada del tema.

Luego, en la noche del miércoles 25 junio, en una cuenta en Twitter comenzó a circular un listado de datos de clientes bancarios. El grupo de supuestos hackers "The Shadow Brokers", desde entonces ha filtrado dos nuevas listas y, según ellos, ha borrado a algunas personas de las nóminas de deudores de Dicom, cuestión que fue desmentida por la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (Sbif). Y esta semana se dio a conocer una nueva filtración de datos de clientes, esta vez de BancoEstado. El superintendente de Bancos, Mario Farren, aseguró que se filtraron números de tarjetas de coordenadas pero no información de transacciones, por lo que se procedió a bloquearlas y se dispuso que se entreguen nuevas tarjetas a los clientes afectados.

Los expertos han indicado que ha habido un significativo aumento de este tipo de ataques no sólo en Chile, sino que a nivel mundial, provocados por bandas organizadas, con conocimientos sofisticados sobre vulnerabilidades. Un informe de la empresa de seguridad Symantec ya había señalado el año pasado que los ataques cibernéticos en el país aumentaron más de 50% entre 2015 y 2016, y ubicaron a Chile en el lugar 46 en el ranking de las naciones con más detecciones de amenazas.

Chile está al debe en materia de ciberseguridad. La Política Nacional de Ciberseguridad fue actualizada en 2017, en la que se plantean los objetivos hasta 2022, pero los expertos creen que el país continúa utilizando una normativa obsoleta, por lo que las medidas deben ser proactivas y actualizarse a las nuevas condiciones, para garantiza seguridad.

Hace unos días, en una típica tarde lluviosa, mi madre relataba la odisea que significaba cada viaje que debía hacer cuando estudiaba. Se trataba de un trayecto ripiado entre Río Bueno y Valdivia, que tardaba cuatro horas, si la micro no quedaba en panne. Muchos recordarán haber vivido aventuras parecidas con el tren rápido o el cruce de la cordillera. ¡Cuánto han cambiado las cosas en una generación! Esto es gracias a la infraestructura.

La infraestructura abre caminos, conecta territorios y detona el desarrollo. Mucho hemos avanzado, pero aún nos falta. El 67% de los caminos de nuestra región no están pavimentados, existen muchos puentes en mal estado y un gran porcentaje del presupuesto de vialidad se destina a conservación de lo existente, solo en materia de conectividad. La infraestructura, sin duda, debe hacerse con mirada de largo plazo y trascender los gobiernos, porque cualquier ahorro que se realice en proyectos, diseño o ejecución, se terminará pagando con creces en el futuro. Aquí no caben los cálculos políticos, cada obra pertenece a todos los chilenos, porque nos sirve -y conecta- a todos.

La Cámara Chilena de la Construcción elaboró el Informe Infraestructura Crítica para el Desarrollo 2018-2027. Es un análisis detallado y sistemático de los requerimientos de inversión en trece sectores clave para un desarrollo sostenible, agrupados en tres ejes estratégicos: infraestructura basal (recursos hídricos, energía y telecomunicaciones), infraestructura de apoyo logístico (vialidad interurbana, vialidad, urbana, aeropuertos, puertos, ferrocarriles y logística), e infraestructura de uso social (espacios públicos, hospitales, cárceles y educación). Asimismo, y tomando en consideración el contexto país, se suma un capítulo adicional que aborda por primera vez la temática de la resiliencia. En el informe recientemente publicado, se reveló que los requerimientos totales de inversión para el período 2018-2027 ascienden a US$ 174.505 millones.

El Congreso aprobó recientemente el Fondo de Infraestructura que tiene como objetivo, entre otros, ampliar las posibilidades de inversión en infraestructura con cargo a los recursos que generan éstas y desapegar del ciclo político el desarrollo de las mismas.

Dicen que cada obra parte primero como un sueño, ahora nos toca a nosotros… ¡soñemos el país que queremos!.

Alicia Vesperinas Ingeniero Civil Estructural y presidenta CChC Osorno