Diversas investigaciones han demostrado que estudiar en un curso con pocos alumnos predice un mejor desarrollo personal y un mayor éxito académico. Sin embargo, en nuestro país tenemos una enorme cantidad de colegios con cursos abarrotados de alumnos: 35, 40 y hasta 50 alumnos apretujados en una sola sala de clases, en tanto, que el número recomendado por los expertos es de 15 estudiantes, condición que favorece que el profesor pueda atender y ponerse en "sintonía" con los intereses y necesidades de cada uno de sus alumnos.
Un segundo factor que potencia el desarrollo escolar, es tener padres comprometidos con la educación de sus hijos, en que el apoderado no sólo se dedica a fiscalizar lo que hace el colegio, sino que se involucra en la formación de su hijo, apoyando el trabajo del colegio en tareas como formar y fortalecer valores en el niño, revisar con el menor las tareas, acercarse al colegio para participar en las reuniones de apoderados y asistir a charlas educativas.
Un tercer factor, es que el profesor encargado de la formación de los alumnos debe ser capaz de generar un ambiente escolar que sea favorable para el estudio, donde la relación profesor-alumno sea de carácter positivo y participativo, lo que no significa que exista falta de disciplina en la sala de clases. Así como los alumnos tienen ciertos derechos que deben ser respetados, también existen ciertos deberes que, a su vez, deben ser respetados por los alumnos.
Un cuarto factor, es que los niños cuenten con un adecuado concepto de sí mismos y de sus capacidades, es decir, que tengan una buena autoestima, por cuanto, un alumno con alta autoestima se sentirá capaz para estudiar y aprender, con lo cual se incrementará el nivel de motivación del niño por aprender aún más.
Un quinto factor se vincula con lo que se llama una "enseñanza reflexiva" y un "aprendizaje significativo", conceptos vinculados con los aportes que ha hecho la Neurociencia del Aprendizaje: aquellos métodos que son más participativos, de tipo experiencial y que están enfocadas en la práctica de la reflexión y el análisis son los más efectivos y los que favorecen el desarrollo cognitivo de los niños, más que el mero uso de la memoria. Y el último factor se relaciona con la generación en los niños de buenos hábitos de estudio, por cuanto, la presencia de dichos hábitos permite predecir el rendimiento y el éxito futuro de los menores.
Dr. Franco Lotito C. Académico, Escritor e Investigador (PUC-UACh)