La Región y provincia de Osorno poseen un enorme potencial para el turismo. Tienen una belleza escénica incomparable, con una amplia gama de paisajes naturales que van desde el mar hasta la nieve en la cordillera. Y gozan de múltiples actividades productivas, que de algún modo diversifican la matriz laboral de la zona. En efecto, la Región no sólo descansa en la industria salmonera, sino que también está la industria mitilicultora, las producciones lechera y cárnica (concentradas principalmente en Osorno), además de una plataforma de servicios que aporta al movimiento de la zona. De manera que los desafíos no vienen por el lado de cómo reinventarse productivamente hablando, sin que cómo aprovechamos el potencial ya existente, en beneficio de la región en su conjunto.
Y en ese sentido, da la impresión que falta un ente articulador que encadene la oferta existente, para potenciar una industria que convive con la matriz productiva, pero que permanece en silencio y que está expuesta a los vaivenes del mercado, como es la industria turística regional.
Porque si bien las oficinas de turismo de las comunas que integran la provincia de Osorno generan programas y realizan actividades atractivas durante todo el año, con festivales, ferias costumbristas y gastronómicas, rutas culturales, carnavales, entre otros, en general se venden por separado, desaprovechando así la oportunidad de articular una oferta conjunta que le permita sacarle real provecho al destino. Si ello se logra, los beneficios son múltiples para sectores como el comercio, la hotelería, los restaurantes, arriendo de vehículos, entre otros.
Porque claro está, en ese sentido, uno de los déficit de la actividad es la baja cantidad de días de pernoctación que tienen los visitantes en la zona, desafío en el cual la industria debiera trabajar en su conjunto para que el turismo sea una industria potente en un territorio con mucho que ofrecer.