La Cámara de Diputados ha aprobado el proyecto de ley que disminuye la velocidad máxima en zona urbana, de 60 a 50 kilómetros por hora, iniciativa que ya había contado con el respaldo del Senado, por lo que quedó lista para ser promulgada.
La norma apunta a mejorar la convivencia vial entre automovilistas y ciclistas y a mejorar la seguridad para peatones, aunque los municipios mantienen la facultad de poner otros límites de velocidad, incluso superiores a 50 kilómetros por hora, si es que las condiciones de seguridad de sus calles lo ameritan
Hay que considerar que más del 90% de los accidentes ocurren por imprudencias o fallas humanas. Lamentablemente, muchos de estos ocurren con resultados de muerte podrían ser evitables. Según Carabineros, influyen factores como la alta velocidad, la imprudencia de conductores y de peatones que cruzan con luz roja o por lugares no habilitados, la conducción descuidada, donde hablar por celular o chatear tienen ahora una alta incidencia, y manejar bajo la influencia del alcohol o en estado de ebriedad.
En general, la baja en el límite de velocidad ha sido bien recibida en amplios sectores, porque hay que entender que el sistema vial no es solamente de los automovilistas y locomoción colectiva, sino también de los peatones, de los ciclistas y, sobre todo, de los usuarios más vulnerables, como niños y adultos mayores. No obstante, hay quienes creen que, especialmente en las grandes ciudades, esto significará una mayor congestión de tránsito.
La nueva ley persigue buenos propósitos, pero viene a la vez asociada con la responsabilidad de quienes intervienen en el sistema vial, para que este texto legal no se transforme en letra muerta. Por lo tanto, requerirá que en las ciudades se invierta en tecnología para hacer los controles.
Bajar la velocidad máxima permite hacer una ciudad mucho más segura, donde tanto los ciclistas como los peatones sientan que son menos vulnerables con respecto a la hegemonía que ejercen en las calles los automóviles y los microbuses. Pero por mucho que se invierta en nuevas leyes, campañas preventivas, en señales viales o por más carabineros que resguarden las calles y carreteras, si no hay una actitud de toma de conciencia de quienes asumen la tarea de guiar un vehículo, todos los esfuerzos que se hagan serán estériles.