El cónsul general de Argentina, Alberto Poggio, negó las versiones de que habrían sido ubicados los 10 chilenos desaparecidos en el vecino país desde el 10 de abril último. El representante consular, con asiento en Puerto Montt, indicó que se trabaja en conjunto para ubicar a los cuatro adultos y seis menores extraviados.
"La firma lleva meses jugando con los plazos (…) Nada garantiza que esa obra esté bien ejecutada cuando entreguen"
José Luis Muñoz, consejero regional, por retraso en instalación de semáforos
"Las empresas llevan trabajando un año y no se habían presentado tantas quejas de vecinos"
Humberto Rovegno, director regional (s) de la SEC, por trabajos de gas natural
Después de casi tres semanas donde varios liceos osorninos fueron tomados por sus alumnos, la quietud vuelve nuevamente a las aulas. Es así como casi una decena de establecimientos locales que paralizaron sus actividades para sumarse al movimiento nacional, verán modificado su calendario y no tendrán vacaciones de invierno.
Un aumento considerable experimentó el flujo de personas por el paso internacional Cardenal Samoré de Puyehue durante mayo pasado, al sumar 30.215 personas, con relación a años anteriores en el mismo período, de acuerdo con la estadística del complejo aduanero. En mayo pasado salieron 18.750 personas.
Es innegable la potencia y legitimidad con que ha despertado este año el movimiento feminista, tanto en el mundo como en el país. Empujadas por incontables episodios de violentas agresiones de parte de esposos o parejas, y por la subrepticia y aberrante práctica del abuso y acoso sexual en los ámbitos laboral y educacional, las mujeres se han organizado y levantado la voz para alcanzar la equidad de género, demanda que incluso ha direccionado el debate político en Chile, obligando al Gobierno a anunciar cambios legales que garanticen la igualdad entre hombres y mujeres.
Uno de los escenarios en que se ha manifestado con fuerza este movimiento ha sido el de las universidades a lo largo del territorio nacional, donde, repitiendo la práctica de años anteriores, los estudiantes decidieron paralizar sus actividades académicas y, en los casos más extremos, protagonizar la toma de inmuebles, afectando así no tan sólo el desarrollo de las clases, sino también las múltiples tareas de extensión e investigación que la sociedad demanda de los planteles de educación superior. A nivel local, la Universidad de Los Lagos cumplió ya ocho semanas de paralización, según lo reseñó su rector, quien advirtió que la interrupción del semestre les obligará a extender el año académico hasta el 31 de enero de 2019. A pesar de lo extenso de la movilización, recién esta semana los representantes estudiantiles entregaron el petitorio a las máximas autoridades, de modo que aún no se puede aventurar una fecha para el reingreso a clases.
Reconociendo la legitimidad de las movilizaciones estudiantiles en el país, hay que advertir también que los principales perjudicados por tales acciones son los propios alumnos y sus familias. Los primeros, porque la interrupción y disminución de las actividades académicas terminará impactando en su propia formación universitaria; y los segundos, porque en muchos casos las familias deben hacer grandes esfuerzos económicos para financiar la estadía de los jóvenes en otras ciudades, la que ahora tendrá que extenderse por más tiempo.
Las autoridades académicas también tienen bastante que decir en esta materia, pues en muchos casos podrían poner más de su parte para propiciar el diálogo y, además, para cerrarle la puerta a las acciones que se salen del normal cauce institucional. Lo que debería primar en las universidades, apelando a su propia esencia, es el respeto y el diálogo.
Hace unos días recibimos la noticia de la pronta implementación de la nueva Ley de Convivencia Vial, marco regulatorio indispensable para realizar una mejor gestión del tránsito en la ciudad, sobre todo considerando las nuevas tipologías de vehículos no motorizados que se han ido sumando al espacio vial urbano. La ley aborda aspectos relacionados con deberes y derechos de automovilistas, peatones, usuarios de biciclos y patinetas, patines, como la distancia mínima para sobrepasar a un ciclista, que éstos no puedan circular por la vereda (salvo niños y adultos mayores) e inclusión de materias de convivencia vial en las escuelas de conductores. Sin embargo, como ha pasado en otros proyectos de ley relacionados, hay asuntos que no aborda y que son imprescindibles para lograr que la movilidad y uso del espacio vial sea compartido por todos de la manera más segura.
Nuestras autoridades y legisladores deben comprender que el uso del espacio vial es un asunto cultural, por lo tanto, su buen o mal uso es a través de un aprendizaje que tiene que ver con lo heredado y con el ambiente en el cual uno se desarrolla, sobre todo en aquellos usuarios que nunca han tenido una educación vial de manera formal. Es decir, si cada día compartimos un espacio vial donde la mayoría de los usuarios tiene un mal comportamiento, es muy complejo no seguir esas conductas; si a eso le sumamos lo que heredamos de nuestros padres (que pueden tener un comportamiento correcto o incorrecto), lo más probable es que sigamos repitiendo conductas y acciones que van en sentido contrario al uso correcto y seguro del espacio vial.
Si bien los marcos regulatorios son necesarios, no son suficientes para lograr cambios culturales, en particular cuando abordan la conducta de los usuarios del espacio vial. Además de la normativa, la fiscalización de su cumplimiento y las sanciones, deben existir las instancias necesarias para poder educar a toda la ciudadanía, y el único espacio donde esto es posible es en los recintos educacionales. Si un usuario de bicicleta nunca ha conducido un vehículo, quiere decir que nunca tuvo educación vial formal, por lo cual hace uso del espacio vial bajo un aprendizaje heredado y relacionado con el ambiente donde se ha desenvuelto. No podemos relegar sólo a las escuelas de conductores de vehículos motorizados, la educación vial formal.
Es fundamental que la educación vial formal se comience a desarrollar en las edades tempranas, iniciándose en la etapa preescolar y continuando en la escolar.
Alejandro Torres, académico
de la Universidad Central