Faltan algunos días para el solsticio, evento astronómico al cual se le atribuye el inicio del verano o del invierno, según el hemisferio. Estos acontecimientos celestes marcan momentos simbólicos para la cultura, determinando el día más largo y más corto del año, respectivamente. Cuando estemos en la fase inicial del solsticio, 32 naciones y culturas estarán expresando su diversidad cultural, conviviendo e interactuando entre ellas dentro de un mismo espacio geográfico compartido, el Mundial de Rusia 2018.
Más que un encuentro deportivo o financiero, el Mundial es un rito contemporáneo, donde podremos apreciar las diferentes expresiones culturales propias de cada pueblo, país o región. Para algunos de los asistentes será el espacio vinculado a la purificación (como el bautismo), la sangre (los sacrificios), la consagración (la investidura), el agradecimiento o el perdón.
Desde 1930, fecha del Primer Campeonato Mundial de Fútbol, esta celebración se ha enmarcado en el solsticio, momento en el que se manifiestan los diversos aspectos de la vida material e inmaterial del hombre. En Rusia, se explicitarán y se plasmarán las manifestaciones culturales, religiosas y políticas de cada selección, como desde hace 88 años.
El afiche de Rusia 2018 muestra a un arquero que tiene un significado único de espacio y tiempo para el país organizador: Lev Yashin. Este jugador ruso fue el único guardameta en la historia en levantar un Balón de Oro y, como si fuera poco, participó de cuatro grandes competencias, en 1958, 1962, 1966 y 1970. El isotipo es un balón dividido en dos partes: una pelota de la época del gran portero y la masa terrestre de Rusia vista desde el espacio, que refleja una llave en la exploración espacial. Su creador, Igor Gurovich, señala: "El estilo de los carteles posconstructivistas soviéticos de los años 1920 y 1930, su lenguaje visual único, una nueva y fresca poesía de imágenes figurativas, se convirtió en uno de los elementos más importantes y venerados de la cultura rusa".
Este momento, además, nos encuentra en la discusión sobre la propuesta de los científicos de la Universidad Nacional de Investigaciones Nucleares y del Instituto de Astronomía de la Academia de las Ciencias de Rusia, quienes proponen almacenar los objetos del patrimonio cultural universal en la Luna, con el fin de salvarlos de las guerras, el terrorismo y de los desastres naturales e industriales de la Tierra.
Rusia 2018 es más que un juego de balón. Es la expresión de los ritos contemporáneos y la resignificación de los mensajes culturales, en su lenguaje y visualidad de cada nación.
José Albuccó, académico de la
Universidad Católica Silva Henríquez