Estimada Señora, usted no me conoce; pero esta dueña de casa con ínfulas de escribidora, como la mayoría de los chilenos, ahora la conocemos a usted. Tristes circunstancias, sin duda: su marido, cabo primero, Óscar Galindo Saravia; mártir 1208 de Carabineros de Chile.
¿Mártir? Persona que sufre injusticias o privaciones por alguien o por algo y muere por defender sus ideales.
Parece tan simple, todos creemos entender, nos compadecemos, sentimos pena, cambiamos de canal, doblamos el diario y a otra cosa.
¿Y usted? ¿Qué hace usted? Seguramente, lo mismo que aquellas otras 1207 señoras hicieron antes, disimular la pena para que nadie más la vea, envolver sus recuerdos de mujer en un rincón del corazón para desenvolverlos cuando esté sola; pero por sobre todo reponerse y seguir adelante por sus hijos y la propia vida que sigue…
Señora Priscilla, debo confesarle que había empezado un artículo hablando de la nueva ley contra piropos, de lo ordinaria que se ven las mujeres saltando con las pechugas al aire o mostrando sin pudor el "trasero", pidiendo paridad de género e igualdad de trato, cuando dos balas de las manos de un menor, menor que vive en una comuna, comuna de la Región Metropolitana donde viven los chilenos más ricos de nuestro país, país miembro de la OCDE, pero que ese miércoles 6 de junio de 2018, mostró lo que realmente somos: "una nación vulnerable y mal diseñada", donde hay más celulares que personas, la justicia no siempre hace la pega y la pobreza se disfraza con plasmas y subsidios.
Es verdad, no somos únicos, vivimos en un mundo donde todo tiene precio y nada tiene valor. Por lo mismo, en algún momento uno llega a pensar para qué dar la vida por los demás, sin embargo es solo un torpe pensamiento en un impotente segundo.
Por eso le escribo señora Priscilla, porque pasan los años y cambiamos gobiernos y autoridades, pero seguimos viendo más de lo mismo. Señora, en nombre de millones de chilenas que salimos a la calle a estudiar o trabajar, le doy las gracias. Gracias porque su marido, y en él Carabineros, representa orden y honor; condiciones que a tantos chilenos les falta.
Vivian Arend