Renuncia de los obispos I
La jerarquía de la Iglesia (Católica) ha dado en esta última semana un triste espectáculo al mundo demostrando que siempre hay quienes pueden ejercer peor sus responsabilidades. Partieron llegando a Roma a la cita con el sucesor de Pedro, continuaron con una conferencia de prensa efectuada por sus voceros (Fernando) Ramos y (Juan Ignacio) González de lo más infantil -como han acostumbrado a la feligresía en los últimos 20 años-, siguieron con sus tiempos de reflexión paseando de compras por el centro de la ciudad eterna, hasta subirse al avión de regreso a Chile con una sonrisa de oreja a oreja por haber sido enviados a seguir construyendo "Iglesia profética", según reza el comunicado de El Vaticano.
En la esperada conferencia de prensa con completo hermetismo no se referirían a la carta de 10 páginas que les entregó el obispo de Roma con sus invitaciones a la reflexión y oración personal. Sólo lo harían con palabras de buena crianza y agradecimiento, volverían a pedir perdón y nuevamente saldrían con la palabra vergüenza por los abusos sexuales cometidos por miembros del clero.
Todo cambió y desde las últimas horas del jueves hasta la madrugada del viernes comenzó un nuevo pentecostés para la Iglesia chilena. La filtración de la dura carta del Papa, más dura que la escrita para ellos el pasado 8 de abril, devolvió la esperanza a la asamblea de larga paciencia chilena, la que terminó despertando cual mañana de Resurrección con el reconocimiento de los voceros de la Cech (Conferencia Episcopal de Chile), que pusieron sus cargos a disposición.
Así, con los mitrados renunciados a la espera de saber su incierto destino, comienza un nuevo tiempo para la Iglesia chilena. En este tiempo los criminales deben responder para no quedar impunes, porque es necesario saber toda la verdad, reparar a las víctimas y hacer de la comunidad católica un espacio seguro para el desarrollo de niños y jóvenes, donde la opción preferencial sean los pobres y marginados de este tiempo.
La crisis de la Iglesia no se resolverá solamente con la necesaria salida de muchos de los obispos o por las medidas de corto, mediano y largo plazo que tome Francisco, si no está acompañada de la necesidad de escuchar al laicado en la administración y toma de decisiones, brindando sobre todo más espacio a mujeres y jóvenes, sin repetir los patrones abusivos, sectarios y clericalistas que llevaron al catolicismo chileno a estar observado en todo el mundo.
Felipe Navarrete Moya
Renuncia de los obispos II
Casi todos los obispos, que no se cansan de pedir perdón, perdón y perdón, tras el tirón de orejas del Papa Francisco por sus manifiestas irresoluciones ante los innumerables casos de abusos sexuales en el interior de la Iglesia Católica debidamente denunciados a ellos, es bueno que sepan que no siempre el dicho "más vale tarde que nunca" es aplicable. Más bien esta vez, a lo largo de todo los casos de abusos de curas en Chile, se aplica "el que escupe al cielo, en la cara le cae", y ahora corresponde que se pongan los pantalones bien puestos como hombre y a poner la cara.
Los arrepentimientos tan sorpresivos, de un día para otro, definitivamente no convencen a nadie, sus tiempos ya pasaron.
Luis Enrique Soler
Renuncia de los obispos III
Apenas se bajaron los obispos del avión tras su viaje a Roma, estalló otro escándalo, esta vez en Rancagua. ¿En qué momento se extravió la brújula?
Esteban Meza
Rol de la oposición
Cuesta creer cómo un conglomerado político tan exitoso, como lo fue la Concertación, y que con (Michelle) Bachelet se vistió de Nueva Mayoría, haya caído al abismo del rechazo público y cuyo rescate parece infructuoso. Hoy carente de ideas y eludiendo el categórico fracaso que sufrió en las urnas presidenciales, intenta emplear las mismas armas que ha usado siempre la izquierda para desacreditar a sus adversarios, esta vez contra el naciente Gobierno de Sebastián Piñera.
Frente a su incapacidad de ofrecer propuestas concretas para la clase trabajadora -con que envuelve sus peroratas-, ha acudido al desmerecimiento del gobernante y de sus colaboradores con argucias tan etéreas como el viaje del ministro de Hacienda a Harvard, la designación del embajador en Argentina, la alusión de Hernán Larraín a que los jueces eran de izquierda, o por la compra de un televisor para Cerro Castillo.
¿Dónde están las ideas de la Nueva Mayoría para contener la delincuencia? ¿Dónde están sus arrepentimientos por haber dejado al Estado despojado de recursos? ¿Cuál es su explicación frente al Sename?
Pese a sus culpas y errores, hoy la Nueva Mayoría sigue creyéndose ganadora, enredando mañosamente la madeja para justificar su nula participación en una sociedad que sí anhela salir de la destrucción que nos dejaron como legado.
Alfredo Barra