Al borde de la moraleja del "cuento del lobo"
"La fruta ya lo hizo en silencio: hoy los productores están integrados y el éxito está a la vista".
Como el cuento del lobo, las llamadas de atención sobre la problemática y la repetición ya mecánica de argumentos han contribuido a una parálisis en la búsqueda de soluciones dentro de las reglas que impone una economía abierta como la nuestra. Si a inicios de este siglo era una mala noticia que la masa ganadera estuviera estancada en 3.500.000 cabezas, misma cifra que en la década de los '80, las 2.800.000 que se estiman hoy ya no tienen calificativo. Es cierto, en el caso de la leche se producen más litros con menos animales y ese crecimiento lo explican las regiones de Los Ríos y Los Lagos, pero aquello no es más que un pequeño logro en el contexto de las enormes expectativas generadas tras la apertura de mercados en el exterior.
El presente de la carne, en tanto, es igual de desolador: sin haber consolidado ninguno de los mercados abiertos por los tratados internacionales, hoy representa el 40% de la oferta de carne en el mercado interno, donde abundan los productos brasileños, paraguayos, uruguayos y argentinos. Es cierto que la apertura del Ministerio de Agricultura en orden a cambiar la Norma de Tipificación es una medida acertada, pero nos equivocaríamos si creyéramos que eso será suficiente para generar un cambio. El precio del ternero de lechería acaba de caer bajo la barrera de los mil pesos, lo que hace inviable su crianza y, con ello, se prevé una nueva temporada con caída de la masa.
Este año, la Fiscalía Nacional Económica (FNE) se pronunció sobre el funcionamiento del mercado. Y si bien no encontró delitos que atentaran contra la libre competencia, sí estableció una serie de recomendaciones que llaman a la cadena a trabajar en conjunto para transparentar los precios, los contratos, pero sobre todo a integrarse verticalmente. La situación de la carne no es distinta: es el momento de sentar en una misma mesa al sector industrial y productores para mejorar todos los aspectos que mantienen esta crisis crónica del sector y que no se solucionará exclusivamente por la vía del Estado.
La fruta ya lo hizo en silencio: hoy los productores están integrados desde el huerto al exterior y el éxito está a la vista, ya que Osorno es considerada la nueva frontera frutícola de Chile y cada día más agricultores apuestan por ella. Carne y leche deben seguir el ejemplo de este nuevo actor, antes que el llamado de auxilio deje de ser escuchado.
Christian Arntz Mac-Evoy Presidente de la Sociedad Agrícola y ganadera de Osorno, Sago