Todavía no terminaba el Domingo Santo y ya la noticia era taco en todos los noticieros: 400 mil santiaguinos estuvieron atorados en el peaje por horas y la "cuesta Barriga para arriba y la cuesta para abajo", igual pascual. Tragedia nacional. Inmediatamente, el ministro de Transporte aparece dando explicaciones, se movilizan ministerios y seremías, no se habla de otra cosa; delincuencia, listas de espera, educación y hasta Mr. Trump y Norcorea pasan a segundo plano, nada es más importante que esos miles de cristianos avinagrados, molestos y a punto de no votar en la próxima elección si no le solucionan el problema ¡ahora, ya!
No es por pelar, pero al menos diez millones de chilenos que atónitos, impávidos, nos convertimos en testigos de esta tragedia, no podíamos creer lo que veíamos. Es más, la mayoría debe haberse sorprendido de lo bien que viven los capitalinos, autos último modelo, familias enteras con capacidad para salir fines de semana largo con todo lo que eso implica en un presupuesto familiar. La concesionaria culpa a los santiaguinos de morosos (razón para no instalar Tag) y las autoridades tratan de sacar la castaña con la pata del gato como mejor pueden…
En fin, mientras un ministro saca cuentas, aquí en Las Ruedas nuestros niños esperan desde las 7 de la mañana bajo una caseta que no cubre frío ni lluvia, un bus para llegar al colegio. Mientras otra autoridad promete el oro y el moro, en otro rincón de nuestro país hay que atravesar el río para llegar al consultorio; mientras en la capital se proyectan carreteras, más líneas de Metro y trenes a Viña, en el norte algunas comunas ni siquiera tienen agua potable.
¿Y?... Y aquí estamos, escuchando de descentralización y conectividad.
¿Conectividad?... Aquí entre nos, conectividad y por ende desarrollo, no es agregar todos los vuelos con destino a la capital, sino más aviones, buses y trenes atravesando de norte a sur y el este y con el oeste de Chile…
Obviamente, eso sólo se lograría cuando las autoridades entiendan que el progreso llegará a todos cuando logremos deshacernos del taco que nos tiene a todos atascados, cabreados e inmovilizados; el taco capitalino… ¿O no?
Vivian Arend