Como decía Martin Luther King, "La función de la educación es enseñarnos a pensar intensamente y a pensar críticamente. Inteligencia más carácter. Esa es la meta de la educación". Pero ¿cómo se educa un buen carácter?
Al respecto el psicólogo Thomas Lickona define 10 virtudes esenciales: sabiduría, justicia, fortaleza, autocontrol o templanza, amor, actitud positiva, trabajo duro, integridad, gratitud y humildad. El carácter forjará el destino, así de simple y así de complejo, por lo que es fundamental educar a los niños y niñas para que puedan formar su personalidad guiados en valores. Lickona asegura que educar a un niño civilizado lleva unos 20 años de enseñanza permanente y otros 10 de revisión.
Es por esto que, desde la educación preescolar hasta la educación secundaria, los estudiantes son formados en valores. El saber ser y saber estar se refleja en el "informe de personalidad" de los alumnos que da cuenta de las competencias valóricas y actitudinales de los estudiantes.
Considerando entonces que la formación del carácter trasciende la infancia y adolescencia, me pregunto ¿qué pasa con la formación valórica en la educación superior?.
En la educación terciaria se habla de las competencias profesionales para abarcar dimensiones como aprender a ser y convivir. Para muchos estas dimensiones se hacen poco visibles y observables, sin embargo, eso no quiere decir que no existan, precisamente es en esta etapa de la educación donde la formación valórica cobra mayor importancia, es en las prácticas profesionales o laborales donde el estudiante no sólo demostrará sus saberes, sino que además deberá poner en práctica las competencias de empleabilidad en cuanto a saber ser y el convivir, es decir su carácter.
El amor a la verdad, la excelencia, el esfuerzo, la solidaridad y fraternidad constituyen el requisito y pilar fundamental para el desarrollo exitoso de los futuros profesionales, el desarrollo de estas competencias se evidencia en la evaluación continua de las actitudes en las diferentes asignaturas, en los informes de práctica y en las autoevaluaciones y coevaluaciones que dan cuenta del grado de desarrollo y alcance del perfil de egreso. La educación de valores en la educación superior constituye un tema de gran actualidad y trascendencia en la formación de los profesionales que necesita la sociedad: inteligentes y con carácter.
Tatiana Ivanoff Ruiz, directora de Formación e Identidad Santo Tomás Osorno