"S oy maestro de escuela rural, gano mensualmente 50 pesos y soy marido de mujer y padre de dos hijos. Ayer por ser día primero y estar recién pagado, me puse a revisar una libreta en la que apunto lo que pido fiado durante el mes y vi: Debo a don Bruno, el carnicero, por 60 centavos de carne al día, $15; a don Lorenzo, el despachadero, por azúcar, $2.70; por café, $1.50; por arroz fideos, $3; por velas, $1; por leña y carbón, 4.6; por frijoles, papas, verduras,etc. $10. Total: $63'70. No creerá usted que esta lista es falsificada ni que yo y mi familia vivimos a cuerpo de rey. Baste decirle que con los 0,60 de carne apenas podemos comer dos "bisteaffs" como obleas y una cazuela que más parece aguachirle de cazuela. ¿Qué hago yo señor, para comer en adelante? ¿Es posible que yo hombre sano y lleno de energías, sin vicios, que según dicen, no carezco de inteligencia y que sirvo a uno de los fiscos más ricos del mundo, no tenga como matar mi hambre ni la de mi mujer ni la de mis hijos, ni tengo como cubrir nuestra desnudez? ¿A qué extremo llega la incuria y la mezquindad de nuestros gobernantes, que no ven ni remiendan estas miserias?"
Carta dirigida al director de El Mercurio hace muchos años por un preceptor, quien dejó como única firma la letra "V". Está incluida en el libro "Cartas a las Aldeas". La guarda muy bien el profesor Patricio Quintero, para demostrar que la mermada e indigna situación de los profesores es un problema de larga data (El Mercurio, 11/09/1994) (El Austral "Sólo para Señoras", Octubre / 1998, 2014).
Sin duda, esta carta es más impactante que cualquier discurso y más decidora que una huelga más. Mucha tecnología y tratados; pero el sueldo de ese gentil hombre/mujer que un día enseñó a leer y escribir a médicos, abogados, empresarios, obreros y políticos, sigue siendo uno de los grandes problemas sin resolver.
¿Culpables? ¡Todos! Los gobiernos por derrochar nuestros impuestos y nosotros, por permitirlo. ¿Pero qué podemos hacer los "ex alumnos"? a) ¿Unirnos a las manifestaciones? b) ¿Seguir apoyando malas reformas? c) ¿Recuperar, inculcar en nuestros niños el respeto y valoración que la labor docente merece?
Vivian Arend