Lograr alcanzar indicadores promedio, de acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OECD, por sus siglas en inglés, es una aspiración que paulatinamente hemos ido abrazando los Chilen@s. Dependiendo la temática, utilizamos al organismo internacional como referencia de nuestras capacidades y evolución, transformando a la OECD en nuestro referente en materia de políticas públicas y desarrollo económico.
Acercarnos a los indicadores promedio del organismo fundado en 1961 y conformado actualmente por 35 países, representa la esperanza de un mayor nivel de ingreso para algunos, para otros menor desigualdad. Por otra parte, hay quienes creen que proporcionará igualdad de oportunidades y tal vez algunos vean en superar nuestros actuales indicadores, un desafío de competitividad.
En su último informe presentado los primeros días de enero en nuestro país, sobre la revisión de las políticas de transformación de la producción, el organismo multinacional señala que Chile es una economía estable y abierta, con una sólida gestión macroeconómica que ha permitido que los Chilenos estén mejor que en el pasado, utilizando como referencia el ingreso promedio, donde se han reducido las brechas significativamente, en comparación a las principales economías del mundo. Sin embargo, el futuro no se presenta tan auspicioso, toda vez que la baja productividad de los factores y la limitada diversificación, tanto de actividades como mercado, colocan a Chile en una condición de VULNERABILIDAD, muy dependiente del cobre y muy dependiente de tres mercados: China, Estados Unidos y Japón, que en conjunto reciben más de la mitas de nuestras exportaciones.
Para superar los desafíos de futuro la OCDE propone "ir más allá de las divisiones ideológicas y encontrar un terreno común para movilizar a los actores privados y públicos", y sostiene que "se necesita un nuevo pacto entre el Gobierno, la comunidad empresarial, el mundo académico y la sociedad para permitir que Chile emprenda su camino hacia la prosperidad". Es evidente que ser una economía abierta y estable ya no es suficiente, por lo tanto es urgente actualizar el modelo e incorporar elementos que favorezcan la productividad, la innovación y la incorporación de valor a nuestra producción, especialmente la agroindustria, donde tenemos espacio para crecer en calidad y en sustentabilidad.
Ramón Rubio Donoso, director ejecutivo de AIEP y Presidente Multigremial de Osorno