Finalmente todos queremos lo mejor para nuestra patria y durante esta campaña presidencial, entre tanto Wathsapp, correo, Twitter, Facebook, con todas las redes sociales a full, a punto de estallar, repletas de amenazas, tratándonos como enemigos, una imagen se repetía, tal vez el mensaje que más se vio fue el de nuestra Madre María; Del Carmen, de Lourdes, de Guadalupe, de todas las naciones, nuestra Madre Inmaculada, entre Padre Nuestros, Ave Marías y cadenas de oraciones, descubrió un pueblo que "a la hora de los quiubo" es capaz de unirse en la Fe que mueve montañas…
¿Montañas? Aquí entre nos ¿Cuál era la montaña? ¿Por qué tantos chilenos recurrimos a nuestra Madre Santa? ¿Qué estaba en juego? ¿La libertad? ¿El respeto por el ser humano? ¿La constitucionalidad del país? ¿El estado de derecho? ¿La seguridad? ¿La prosperidad? ¿El orden, la tranquilidad? ¿La esperanza en el futuro?
Campaña del terror, arguyen algunos.
¿Terror? ¿A qué le teníamos miedo?...
A un pueblo que da por hecho que el gobierno es un hada madrina, una especie de tío rico pagador de cuentas y que este suelo es efectivamente la copia feliz del Edén donde basta con estirar la mano para comer.
A una nación cuyo habitantes juran y patean que por el sólo hecho de nacer en esta tierra tienen cuatro derechos inalienables: casa propia, 4 x 4, plasma y iPhone...
Chile; país donde al mal educado se le llama informal, al flojo desmotivado, al sinvergüenza canchero, al corrupto "lobbysta" y mentiroso es palabra tabú, y si llamamos a las cosas por su nombre nos caen las penas del infierno, de los medios de comunicación y de los DD.HH. Mismo país donde a la corrupción le dicen "irregularidades" y a los hoyos "eventos"…
A un país donde los delincuentes tienen las garantías y quemar personas "no es terrorismo"…
Una nación donde los que entienden que el pan se gana con el sudor de la frente son una minoría y los que comprenden que la otra cara del derecho es el deber, son los menos.
En fin, aquí estamos, aún desconcertados con el resultado de las últimas elecciones. Por eso, te damos las gracias Madre Santa!
Vivian Arend