Como se sabe, desde que inventaron las tarjetas de crédito y "detrasito" las multitiendas, el mundo nunca más fue el mismo. Osorno no es la excepción y ya cuenta con varias. Es cosa de ir a estos búnker de cemento para ver desfilar a todos los osorninos en escaleras mecánicas, subiendo y bajando, entre perfumes y colores, como zombis, surrealista, casi película de terror. Comprar sin plata es el mandamiento.
Por supuesto, exceptuando Galerías Lafayette (Francia), El Corte Inglés (España) o Harrods (Inglaterra), donde atienden con prolijidad y buena cara y jamás encontraremos desorden, calzones en la ruma de chalecos ni cajas sin atender; el mall se construye fuera del centro de la ciudad, para que sirva de paseo y respetando a las tiendas más pequeñas.
En fin, ¿y a pito de qué este vago resumen histérico con ínfulas de tratado económico? A pito de dos cosas. Primero, de lo mal que atienden en esos grandes almacenes: el personal no tiene idea de nada, les importa un comino el cliente, "chateando", nos pasean de una sección a otra. Por otro lado, se cae el sistema, el "jefe" definitivamente no es jefe y problemas y molestias son a cargo del cliente.
Lo contrario de las pequeñas tiendas, donde para empezar no atacan con música histérica, quienes atienden nos tratan como personas y son los dueños quienes se preocupan del cliente y responden por el artículo adquirido sin ley de por medio.
Y segundo, parece que esto de "llegar y llevar" no sólo cambió los hábitos de los ciudadanos a la hora de comprar, sino convirtió el centro de una ciudad, antes pacífica y agradable, en una tierra de moles de cemento, bancos y farmacias. Y lo que queda libre, está atestado de tiendas que abren y cierran para dar pasos a peligrosas "casas de juego" al alcance de niños y adolescentes y a galpones de importaciones, generalmente mal mantenidos, transformando nuestro centro y paseo peatonal en un lugar poco grato y mediocre. ¿Qué está pasando?
Aquí entre nos, ¿de qué sirve la modernidad con su acceso a llegar y llevar si nos quita la belleza de lo que no se puede comprar?
Vivian Arend