Conocido el desenlace del reciente proceso eleccionario 2017, tanto en el ámbito parlamentario como de consejeros regionales -estando pendiente para el 17 de diciembre venidero la segunda vuelta presidencial-, más allá de los colores políticos y simpatías personales, la ciudadanía espera y anhela que las nuevas autoridades electas se comporten a la altura y sepan responder con la máxima entrega y honradez al veredicto popular.

Lo que significa que se mantengan en conexión con quienes los han elegido y luchen con fervoroso ardor -en la palestras del Parlamento y del Core- por todas aquellas aspiraciones de progreso, por todos aquellos sueños locales y regionales, que les ha encomendado la gente impulsar hacia una feliz concreción. Esperanzas vinculadas a una mejor educación y salud, a la definitiva erradicación de los campamentos de pobreza, a un techo digno para todos, a más oportunidades laborales, mayores opciones culturales y deportivas, más seguridad y freno a la delincuencia, entre otros.

Tener presente también, y sobre todo, tantos proyectos largo tiempo estancados, bajo el peso de la anestesiadora burocracia. Que requieren de un fuerte remezón, para salir de ese estado de postración e integrarse como pilares del despegue socioeconómico. Por ello, -apreciados parlamentarios y consejeros regionales-, es que la comunidad que los ha elegido tanto confía y necesita de ustedes. Comenzando por empujar hacia su cristalización grandes proyectos como el del retorno del ferrocarril Santiago-Puerto Montt; un desarrollo turístico más fuerte para la Región de Los Lagos; el potenciamiento portuario local y construcción de un terminal de cruceros; la integración de la isla Tenglo al progreso y modernización turística; el desarrollo de Monte Verde y Pilauco como el gran circuito arqueológico del sur de Chile; la descontaminación del lago Llanquihue y la bahía de este puerto; el avance del puente hacia Chiloé, etcétera. Todos proyectos que no tienen otro objetivo que generar más recursos para una más digna y grata existencia de todos quienes habitan por estos confines.

Las realidades se van construyendo en función de las expectativas, cuando son promisorias, entonces comienza a construirse un circulo virtuoso en torno al desarrollo de temas de todo tipo, sean estos personales, familiares, sociales, de una comunidad o de un país. Chile vivió el domingo una nueva jornada cívica, cuyos resultados tuvieron impacto en las expectativas del país. El mercado esperaba un holgado triunfo de un sector político más pro mercado. Sin embargo, la realidad dijo otra cosa, y aunque el resultado se dio en el sentido que se había pronosticado, los agentes económicos reaccionaron de inmediato pues tenían internalizado un triunfo más amplio del candidato ganador.

El nuevo escenario hizo caer el principal indicador de la Bolsa de Santiago (IPSA) en un 5,86% en la jornada del lunes 20 de noviembre, los inversionistas castigaron así los resultados de la votación, que dejó una segunda vuelta con un final incierto.

El segundo referente de la bolsa, el IGPA, cayó un 5,66%, registrando así uno de los días más nefastos para el mercado bursátil de Chile en los últimos años, ya el martes, y como efecto rebote la bolsa sube, aunque en el resultado neto aún se mantiene bajo los indicadores que tenía antes del 19N.

Reflexión; los países se desarrollan con economías sólidas, en base a inversiones en sus áreas productivas y/o de servicio y confían que las reglas del juego bajo las cuales han decidido invertir se mantengan en el tiempo; cuando aumenta la incertidumbre en torno a esas reglas, entonces buscarán otros horizontes.

Nuestro país y en particular nuestra región requiere de inversiones productivas y de servicios y, claramente no es el Estado el llamado a realizarlas. Me imagino un Estado realizando inversiones en infraestructura que apoyen e inviten a que inversionistas privados arriesguen su capital en nuestra región y lo coloquen en la puesta en marcha de áreas productivas y de servicio que el Estado no puede realizar.

Todos queremos un Estado que entregue al mercado reglas claras y exija su cumplimiento, pero también que sea solidario, que invierta responsablemente en obras sociales, garantice la seguridad de todos los chilenos, pero también que nos otorgue la libertad para emprender, para elegir y para desarrollar nuestro país y nuestras familias bajo los valores que han hecho grande a muchos países, incluido el nuestro.

Sergio Hermosilla Pérez