Hay que reconocer que Osorno sigue siendo, hasta ahora, una ciudad con elevados índices de calidad de vida. Eso es lo que dicen los ranking que se elaboran anualmente y que dan cuenta de la sostenida mejora en las condiciones objetivas de la urbe (parques, medio ambiente, servicios, etc.), además de la percepción de las propias personas que viven acá o que hace poco han decidido asentarse en esta tierra, atraídas por la tranquilidad, conectividad y mercado laboral.
Todo eso es cierto. Y ojalá que no sólo se mantenga así, sino que cada uno de los parámetros que hacen de Osorno una ciudad que crece en el sur, continúen con ese ritmo avasallador. No obstante, tal como se ha advertido reiteradamente en estas páginas, hay algo que está fallando en las poblaciones periféricas, pues no puede considerarse como algo normal o aceptable que los vecinos de determinadas villas y poblaciones tengan que convivir con el temor a verse entremedio de una balacera en la vía pública o, peor aún, ser víctimas de alguna bala loca en el interior de su propio hogar.
Aunque las diligencias de la Fiscalía y de las policías no han dado resultados positivos, ya se ha instalado con fuerza la tesis de la acción de bandas de narcotraficantes que se han instalado en algunos sectores de Rahue y que provienen de Santiago en busca, probablemente, de nuevos nichos para su actividad. Así, los enfrentamientos a balazos y las balas locas no serían más que una expresión de la lucha por el territorio en la que los pobladores, lamentablemente, se están convirtiendo en las grandes víctimas.
El último incidente de este tipo se produjo el lunes en la noche, cuando un grupo de personas a bordo de un vehículo, efectuó disparos al aire en la población Quinto Centenario, el mismo día en que, en otro sector de Osorno, unos encapuchados dejaron herido de gravedad a un comerciante de 65 años que sufrió un asalto a su minimarket, en la población Eleuterio Ramírez.
Si la comunidad quiere mantener la mejoría que ha experimentado Osorno en su calidad de vida, tiene que exigirle a sus autoridades y representantes que se involucren de una forma más activa ante el nivel central para que este flagelo sea abordado integralmente. De otro modo, habrá un gran retroceso.