A pocos días de finalizadas las celebraciones de Fiestas Patrias, nos hemos cuestionado el surgimiento de las tomas de terreno como una forma de hacer patria en el territorio. Desde nuestra independencia y hasta la fecha, las tomas no sólo son el resultado de la exclusión territorial, sino que son el símbolo de la lucha por el derecho a la vivienda. Durante todo el año podemos ver banderas de nuestro país en este territorio excluido, segregado y empobrecido, como una manifestación de que en esos espacios también se construye Chile.

Tras cientos de años de historia, nos tiene que pesar que no seamos capaces de terminar con un problema histórico, como lo es la pobreza y la desigualdad, que obliga a miles de familias a vivir sin servicios básicos, porque no hemos sido capaces de asegurar derechos sociales mínimos.

Osorno, al igual que muchas de las principales ciudades de nuestro país, es una ciudad que se caracteriza por haberse desarrollado desde las tomas de terreno, donde cientos de familias, buscando un lugar próspero para vivir, tomaron la decisión de irse a un asentamiento irregular. Hoy, debemos ser capaces de cuestionarnos por qué estando a 2017 y disfrutando de un país aventajado con un crecimiento económico envidiado por Latinoamérica, hay familias que siguen teniendo como única alternativa el campamento como espacio para habitar.

Desde estos territorios vulnerados y empobrecidos, también se construye Chile. Es así como desde la organización luchan diariamente para aportar al desarrollo del país, trabajando fuertemente en sus comunidades, buscando redes para su desarrollo y espacios donde sus ideas sean escuchadas por parte de las autoridades locales.

El derecho a la vivienda adecuada, y el derecho a la ciudad, son derechos de los que debemos estar conscientes y que debemos respetar. No podemos olvidar nuestra historia, de dónde venimos y cómo se han desarrollado las ciudades que habitamos. Además, es urgente la democratización de los espacios de toma de decisión para pensar entre todos la ciudad en la que queremos vivir, como condición fundamental para generar respeto por los derechos de todos y todas.

Giovanna Moreira Almonacid, directora regional de Techo-Chile

En apenas diez meses, Provincial Osorno, el club que representa a la ciudad en el fútbol profesional, pasó de la alegría exultante tras ascender a la Segunda División, al actual estado de incertidumbre producto del complejo ajuste a su nuevo estatus jurídico, ahora controlado por una sociedad anónima, y a su pobre desempeño en el campeonato, que lo tiene en el último lugar de la tabla de posiciones, y que incluso provocó esta semana la desvinculación del histórico entrenador Marcos Millape. Ninguno de los hinchas del equipo taurino habría querido esto en diciembre, cuando disfrutaron del ascenso y el posterior título de la Tercera A del fútbol amateur. Esa época dulce le demostró a toda la ciudad que el trabajo planificado y que un proyecto deportivo de largo plazo podía rendir sus frutos, luego de la desastrosa experiencia que años antes había hundido a los Toros en la desafiliación.

La experiencia de los últimos meses ha evidenciado que el club no ha logrado adecuarse del todo a dos transformaciones profundas en su devenir. La primera corresponde a la realidad futbolística, pues es claro que los rivales de Segunda División son superiores a los de Tercera División. Si antes Provincial Osorno era el rival a vencer, tanto por historia como por fortaleza institucional, ahora tiene que batirse con clubes de relativa jerarquía que saben navegar en estas aguas profesionales y que han aprendido con el correr de los años.

El otro cambio sustantivo ha sido su nueva figura de administración, con integrantes de una sociedad anónima que incursionan por primera vez bajo este formato y que, al menos desde la perspectiva relacional, han equivocado, algunos, el camino a la hora de definir determinados cursos de acción. Es innegable que hay muchas cosas que se habrían podido hacer mejor, comenzando por cuestiones tan sencillas como las comunicaciones internas.

Al nuevo entrenador del plantel, Nelson Cossio, le toca enmendar el rumbo futbolístico; aunque tanto o más importante que aquello es que quienes están en la cabeza dirigencial logren aunar mayores compromisos de parte de los distintos estamentos de la ciudad. Es la hora de sumar y no de restar.