Hace poco más de cinco años, cuando un grupo de empresarios puertomontinos decidieron fundar ONG Canales, definieron cuatro ejes de trabajo: conexión educación empresa, emprendimiento, apoyo a la gestión directiva y capacitación. Los primeros años nos hemos enfocado fuertemente a los dos primeros, convocando empresas y dándonos a conocer en los distintos liceos técnicos de la Región de Los Lagos.

Podemos decir que el trabajo en estas líneas ya se ha consolidado y funciona de manera sistemática y permanente, tal como se pensó en sus inicios. Lo anterior nos ha llevado a ir conociendo cada vez más las necesidades de capital humano de las empresas, que muchas veces no pueden ser cubiertas por un estudiante titulado de la educación técnica profesional, porque los planes y programas no lo permiten, o sencillamente porque las competencias requeridas son demasiado específicas para el cargo.

Pero, ¿qué pasaría si le ofrecemos a las empresas desarrollar programas de capacitación especializados, hechos a la medida? ¿Y si luego de esto, los vinculamos con estudiantes recién titulados de la educación media técnico profesional de especialidades afines?, yo diría que es la solución perfecta; resolvemos la falta de especialistas, por un lado, y aseguramos empleabilidad a un sector de la población que históricamente tiene altos niveles de desempleo.

Claro que sabemos que no es tan fácil, sino muchos lo hubieran hecho ya, porque se necesita un compromiso real y profundo de la empresa por participar del proceso formativo. La formación de especialistas tiene que ser realizada por especialistas, o lo que nosotros llamamos "Maestros Guías"; debe realizarse con los equipos que después utilizará el estudiante en la vida laboral y debe tener un plan formativo levantado con los trabajadores de la empresa, a medida.

He aquí donde radican las fortalezas de Canales, hemos desarrollado las competencias para hacer este trabajo, tenemos las red de empresas, que esperamos se entusiasmen, y de liceos que confían en nuestra labor, sólo nos falta comenzar a levantar las necesidades y profundizar el trabajo conjunto que empezamos hace cinco años. Invitamos a las empresas a formar trabajadores con sentido y entregar oportunidades de movilidad social a los que no la han tenido hasta ahora.

Cristóbal García, director

ejecutivo de ONG Canales

Silenciosamente hasta hace algunos meses atrás, y ahora con algo más de visibilidad, la sociedad chilena está comenzando a vivir un profundo proceso de transformación social producto de la creciente llegada de inmigrantes desde diversos rincones de Latinoamérica, atraídos por la estabilidad política y un desarrollo económico que en los otros países es visto aún con sumo interés, por ser la oportunidad de encontrar un empleo o bien de aventurarse con un emprendimiento. Este magnetismo que está ejerciendo la nación en el resto del continente supone quizás el mayor cambio que se ha registrado en las últimas décadas en el territorio. Un país acostumbrado a permanecer aislado del resto del mundo debido a las fronteras naturales, y con antiguas oleadas de inmigrantes que alcanzaron su peak hace más de un siglo, se está viendo enfrentado a una realidad incontrastable que impone y seguirá imponiendo muchos desafíos.

El primero y más importante, y que pondrá a prueba la tolerancia y el nivel de desarrollo de la sociedad chilena, será la capacidad de incorporar a los inmigrantes en la vida diaria, entendiendo que vienen en busca de una oportunidad que en sus naciones les ha sido negada, y que con su aporte contribuirán al engrandecimiento del país que ellos han escogido como su segunda patria. No ha de perderse la vista en que la migración es un fenómeno propio del siglo XXI, y que negar esta realidad implica sumir a Chile en un oscurantismo propio de otras décadas.

En el plano local, la llegada de estos nuevos inmigrantes en los últimos meses también está tocando de manera creciente a Osorno, hasta donde han llegado numerosos ciudadanos haitianos deseosos de forjar su futuro. Primero en labores agrícolas, han ido encontrando luego oportunidades laborales en los rubros de la construcción y el comercio.

Más que apelar a nacionalismos trasnochados y a visiones erradas acerca del comportamiento del mercado laboral, todo basado únicamente en la ignorancia y el miedo, la sociedad osornina debe estar a la altura del siglo XXI y tratar con dignidad a la población migrante. Mal que mal, incluso Chile y esta ciudad se han construido sobre numerosos flujos migratorios en el pasado.