El domingo recién pasado Chile estuvo frente a Alemania, disputando una copa soñada: la Copa Confederaciones. Después de tensos 90 y tantos minutos, el resultado no fue el esperado. Sin embargo, la preparación de este equipo nos mantuvo alerta: expectantes y soñando. La generación dorada es, sin duda, un equipo humano histórico que a través de sus triunfos ha inspirado a niños, jóvenes y adultos. Y es que han creído en sus sueños, por eso para los profesores de emprendimiento son un referente cuando hablamos de toma de decisiones, trabajo en equipo, compañerismo y persistencia: habilidades blandas para enfrentarse a un trabajo o nuevo negocio.
En ONG Canales confiamos en los jóvenes técnicos profesionales, porque además han vivido creyendo en otros sueños, con desafíos que generaciones anteriores jamás tuvimos. ¿Por qué no creer en los estudiantes que llenan nuestros liceos, con mentes soñadoras, inquietudes, miedos y desafíos? En la costumbre por definir a nuestros alumnos con una nota o calificación, dejamos de lado tantas habilidades, aptitudes y talentos que -como docentes- debemos estar atentos a no perder. Asimismo, las autoridades nacionales debieran proveer de políticas públicas y programas acordes para establecer un tipo de educación emocional sólida que nos defina como país.
Por ejemplo, la resiliencia, aquella capacidad para superar situaciones traumáticas, debiera ser trabajada dentro de las asignaturas generales y de especialidad, tan necesaria para todos los niveles etarios y base importante de nuestro carácter. Estamos en un momento histórico que nos permite crecer emocional y afectivamente a través de estas manifestaciones deportivas. Es nuestro deber hacernos cargo de las frustraciones de los jóvenes para posicionarlos de mejor manera, ante sus pares, ante los profesores y ante la familia; siempre con el respeto suficiente para dialogar y comunicar.
El mejor partido en nuestras vidas debiera ser no aquel que se gana por goleada, sino el que represente -como en un proyecto- diversas etapas de trabajo colaborativo, personalidad innovadora y de liderazgo, autonomía en la búsqueda de oportunidades, aceptación de riesgos, desarrollo de metas conjuntas y resolución de conflictos. Sólo de esa forma podríamos entender que la derrota a veces viene acompañada de más fuerza para crear una nueva historia dentro y fuera de la cancha.
Mariela Silva Salas, asistencia
técnica de ONG Canales