Ricardo Cifuentes
Ejerció durante 10 años en Estados Unidos todos los cargos, hasta llegar a CEO o director gerente de una de las empresas más grandes del mundo en la fabricación de maquinaria forestal. De vuelta a Chile, es común verlo en la ferretería que lleva su nombre, ubicada frente a la plaza de Armas de esta ciudad.
El protagonista de esta historia es Ricardo Francisco Wulff Müller, de 70 años muy bien conservados. Casado, dos hijos, con una vida sana y mucho trabajo según dice. Retornó definitivamente a Chile el año 1984, con proyectos y ganas de aportar lo aprendido, en proyectos personales, uniendo la gestión y la responsabilidad en cada una de sus actividades. "Las cosas se han ido dando de tal forma, que pasado un tiempo, me siento satisfecho", señala, en medio de una pausa de su trabajo.
Al egresar de la Universidad Austral como ingeniero forestal, se fue a hacer su práctica a una empresa que era de Corfo, pero le molestó la burocracia y el tiempo de resolución en cada problema, "razón que debe haber influido, a la hora de renovar mi permanencia y me fui a Conaf, para servir en el Parque Malleco, en Collipulli, uno de los lugares más hermosos de nuestro país", rememora.
Al exterior
En 1974 parte a Estados Unidos, "porque tenía deseos de aprender y para lograrlo escribí a Corinth American Sawmill, de Misisipi, una empresa que fabricaba maquinaria forestal con la que había tenido oportunidad de trabajar. Mi sorpresa fue cuando me llegó una invitación para visitarla durante dos semanas, que fueron cuatro después, meses y años… 10 en total. Comencé como un simple trabajador, que hacía de todo, porque mi deseo era aprender y poco a poco fui escalando, hasta llegar a gerente de la División Internacional de American Sawmill Machinery Company, con poco más de 30 años".
Según detalló, el cargo le permitió visitar toda América y luego derivar su trabajo a los países asiáticos. Recuerda su experiencia en Afganistán, país que era apoyado el año 1978 por las Naciones Unidas, debido a sus condiciones económicas, a través del PNUD.
Una de las formas para incentivar la producción en esa nación era a través del rubro forestal y nadie quería acompañar los equipos y maquinarias para hacerlos funcionar, rememora. "Me ofrecí para hacerlo, aunque por mi cargo no me correspondía. Después de un mes en ese bello país, salí un día antes que Rusia lo invadiera. De lo contrario, habrían encontrado a este ingeniero, con pasaporte chileno, en tiempos de Pinochet, lo que no habría sido muy bueno, creo", relata.
Nostalgia
Fue el ejecutivo que invitaban las empresas forestales del mundo a concretar convenios o contratos para la adquisición de maquinarias forestales, que en muchos casos, debían tener características especiales y en esa función recorrió el mundo.
El año '82 inició actividades empresariales y mantuvo su condición de ejecutivo, hasta que en 1984 decide volver definitivamente a Chile, trayendo un moderno aserradero que arrendó a la Forestal Mininco, mientras en su tierra natal invierte sus recursos. "Creo que siempre Río Bueno fue mi motivación y aquí me casé con una mujer maravillosa que me ha acompañado en cada una de mis actividades y trabaja estrechamente conmigo", sostiene.
Volvió, según dice, porque extrañaba el país, su gente, el idioma, "y porque como ya estaba en actividades independientes, solicité mi renuncia. No me echaron, por el contrario, me pedían que lo pensara y hasta organicé una de las muestras de la Compañía en la FISA en Santiago, con mucho éxito y sigo manteniendo contacto con los ejecutivos y personal que trabaja en el país del norte".
Con el aserradero trabajó durante seis años junto a la Forestal Mininco, en producción de madera destinada a Japón, maquinaria de alto nivel que le permitió elaborar material de gran calidad.
"El año '90 invertimos en lo que era la Casa Larre y estamos haciendo reparaciones programadas: mejoramos la torre y dos balcones, el subterráneo donde encontramos los vestigios de la primera bencinera que tuvo Río Bueno en las primeras décadas de 1900 y que contaba con surtidores encima de la vereda de la calle Comercio, casi al llegar a Esmeralda. Lo mejoramos, reforzamos vigas y pusimos concreto para evitar las inundaciones, que eran frecuentes en el invierno", detalla.
La Casa Larre, añade, es una característica en el centro de esta ciudad. "Nos interesa recuperar los atractivos de nuestro pueblo y creo que los riobueninos y nuestras autoridades estamos en esta iniciativa, que atraerá a mayores visitantes a la ciudad, la misma donde mis abuelos y mi padre, el farmacéutico Eligio Wulff Westermeyer trabajó durante tantos años, y aún lo recuerdan, porque además fue profesor de Biología del Liceo de Río Bueno", remarca.